Topónimo y rebeldía en Tetelcingo,
Morelos.
Ernesto Cera tecla.
En este texto estudiaremos el significado
del topónimo de Tetelcingo. A partir de la escritura nahua precolombina, haremos
una interpretación etimológica del nombre del pueblo y describiremos su uso en
la rebeldía política. Importantes especialistas han interpretado este topónimo,
por ejemplo, Robelo y Naverrete dicen que Tetelcingo significa “en el
pedregalito”. En nuestro caso, seguiremos y refrendaremos la interpretación
que los mosiehualte establecieron en 1580, ante el Alcalde Mayor de las Cuatro
Villas del Marquesado, Juan Gutiérrez de Liébana. De igual manera, nuestra interpretación
se fundará en el sistema de escritura de los nahuas precolombinos: el sistema
de glifos pictográfico, ideográfico y fonético.
Las primeras civilizaciones y la
escritura.
El México precolombino tuvo importantes civilizaciones
de tradición escrita y oral. Aunque tenían ciertas diferencias, todas tenían un
patrimonio común: la economía fundada en el maíz, centros urbanos, riqueza
cultural, escultura y pintura mural de alto refinamiento, estructuras sociales
complejas y jerarquizadas, religiones panteístas, estudios de los planetas e
invención del calendario de cómputo del tiempo y también, un sistema de
escritura pictográfica, ideográfica y fonética.[1]
La Olmeca fue la primera
gran civilización. Floreció 2000 años antes de nuestra era y puso los cimientos
de una cultura que se desarrollaría hasta antes de la llegada de los españoles.
Los primeros rastros de escritura están asociados a cálculos cronológicos que fijaron
el tiempo. Posteriormente, los mayas (siglos III-IX de nuestra era)
desarrollaron un sistema de escritura y calendario muy sofisticado. Los mayas usaron
los glifos sobre monumentos, estelas y objetos mobiliarios. La escritura maya era
un sistema mixto de pictogramas, signos logo-silábicos, elementos fonéticos y
semánticos.[2]
La escritura nahua/mosiehuale.
Los antiguos nahuas no conocían los
signos fenéticos representados por grafías propias de la lengua náhuatl. La guerra
de conquista impidió la identificación de elementos fonéticos para formar un
alfabeto. La expresión gráfica de sus pensamientos la hacían a través de
dibujos, sea objetiva o ideográfica. Si querían decir hombre pintaban su
figura, si querían decir palabra, pintaban un símbolo que salía de la boca.[3] En
general, los nahuas construyeron cinco tipos de glifos: 1) numerales, representativos
de números; 2) calendáricos, representativos de fechas; 3) pictográficos, representativos
de personas y objetos; 4) ideográficos, representativos de ideas y 5)
fonéticos, representativos de sonidos: silábicos y alfabéticos. Aquí nos
ocuparemos de los tres últimos.
Los glifos pictográficos
representaban cosas, personas, dioses, etc. Ejemplo tlatoque “señores”,
sentado en su icpalli “silla real”, o bien, el glifo de los muertos envueltos
en cuclillas y cubiertos por un petate o una manta. Esta escritura la
realizaban los tlacuiloque o pintores nahuas.[4]
Tlatoque sentado en su silla real. Códice Telleriano.
Los glifos ideográficos
representan una idea. Los nahuas tenían ideogramas para representar conceptos
abstractos como teotl “dios”, simbolizado por el sol; ollin “movimiento”,
yolilistli “vida”, entre otros. Todavía más, los colores tenían un
significado especial: en una figura humana, el amarillo representaba el sexo
femenino; el morado la realeza del tlatoani; el azul el rumbo del sur;
el negro y rojo la escritura y el saber.[5]
Los glifos fonéticos fueron la
parte última del sistema de escritura, fue en este estadio que la guerra de
conquista llegó. La escritura fonética se utilizó, sobre todo, para representar
la vocal “a” de atl “agua”, “e”
de etl “frijol” y “o” de otli “camino”, entre otros. La escritura nahua logró glifos silábicos en
general, glifos monosilábicos que representaban prefijos y sufijos, te-
(referencia a “alguien” o “algunos”), tlan (locativo), -pan (encima
de), -co (en), etc.[6] Véase la
siguiente imagen:[7]
Finalmente, los nahuas escribieron
muchos libros o códices a partir del sistema de glifos numérico, calendárico,
pictográfico, ideográficos y fonético, sin embargo, la guerra de conquista
española aniquiló toda la producción escrita. Esto señala el historiador indígena
Pomar del siglo XVI: Nos faltan
nuestras pinturas en que teníamos nuestras historias, porque Hernán Cortés y sus
conquistadores quemaron las casas reales de Nezahualpiltzintli, aposento de las
pinturas de todas las cosas antiguas y las que habían quedado en poder de algunos
principales, los quemaron por temor a Fray Juan Zumárraga, primer obispo de
México, para no ser acusados de idolatría, porque en esa época estaba acusado
por idolatría, Don Carlos Ometochtzin.[8] En
efecto, Ometochtzi fue quemado vivo, en la plaza pública de la Ciudad de
México, en 1539, por órdenes del Santo oficio, es decir, por la Iglesia
católica. Y aquí terminó el sistema de escritura nahua precolombina.
El destino de la
escritura nahua/mosiehuale.
En 1519, Hernán Cortés
y sus soldados descubrieron la Ciudad de México y quedaron sorprendidos de su
belleza. Al respecto, escribió un soldado conquistador: “Encontramos numerosos
libros en papel (amate)”. Pero años más tarde, esa arquitectura extraordinaria (palacios,
templos, esculturas), esos famosos libros, no quedaron ni sus rastros. Los conquistadores
destruyeron sistemáticamente la cultura nahua/mosiehuale, porque la
juzgaban bárbara y demoniaca.
En 1519, México tenía
una población de 25 millones de personas, cincuenta años más tarde, sólo quedaban
millón y medio. En medio siglo, murieron más de 23 millones de indios. La guerra de conquista,
epidemias, luchas internas, trabajo forzado, enfermedades desconocidas, etc.,
fueron las causales de los millones de muertos. Hoy, sabemos del sistema de escritura
nahua porque los frailes escribieron códices religiosos en náhuatl, para
evangelizar mejor a los indios (por ejemplo, Códice Testeriano y otros)
y porque los virreyes de la Nueva España escribieron Códices para el Rey de
España, por ejemplo, el Códice Mendoza. De la misma manera, hasta el
siglo XVIII, los indios escribieron en náhuatl para defender sus derechos. Al final, la escritura occidental reemplazó el sistema de glifos nahuas. Este
proceso inició siete años después de la caída del imperio azteca: los tlatelolcas
utilizaron el alfabeto español para escribir en lengua náhuatl.[9]
Significado del
topónimo de Tetelcingo.
Para escribir los nombres propios,
particularmente, los nombres de los pueblos, los antiguos nahuas utilizaron los glifos
pictográficos, ideográficos y fonéticos. Por ejemplo, el nombre Coatlán,
significa “cerca de serpientes”, se escribe con la ayuda de un pictograma que designa
serpiente (coatl) y el pictograma tlan “diente”, homónimo de “cerca
de”. Ambos pictogramas nos dicen, según el contexto, que no se trata de “diente
de la serpiente”, sino significado del pueblo: “cerca de serpientes”.[10]
Códice Mendoza.
Por otro lado, los nombres de lugar
terminan, en general, por un afijo. Por ejemplo, Méx-ico: Mexi deriva de
Mexitli “Dios de la guerra o Huitzilopochtli” y co es un locativo
que significa “lugar de”, entonces, México significa, según la escritura
jeroglífica, “lugar de mexicas)”. En esta interpretación Mexicatl o
Mexica evoca a Huitzilopochtli, conocido también como Mecitli
o Mexitli.[11] Los
antiguos nahuas afirmaban que el nombre fue dado por su Dios Huitzilopochtli
, quien les dijo: “…y así quiero que como escogidos míos ya no se llamen
aztecas, sino Mexicas”.[12] A
partir de entonces, se llamaron Mexiti y después Mexica. El
historiador indígena Tezozomoc agrega, los aztecas llevaban por Dios a Mexi
y de éste tomaron el nombre de mexicanos, porque Mexi y la partícula ca/co
componen la palabra Mexica o Mexico que quiere decir “la gente de México” o “lugar
de los mexicanos”.[13]
De lo anterior se sigue que, en la composición
de un nombre de lugar, los sustantivos pierden la sílaba final o las últimas
letras y toman su lugar los afijos correspondientes. Ejemplo, Tetel-co que
se compone del afijo co “en”, del sustantivo teteli, “montón, acumulación
de piedras” y significa literalmente “en el montón de piedras”.
Ahora bien, las formas Tzinco
y tzin son la misma cosa y son representadas,
en la escritura glífica nahua, por el medio cuerpo desnudo. Tzintli significa, según Molina “el ojo
del salvohonor”,[14]
o sea, el “ojo del culo” o ano. En
general, el radical tzin se emplea para significar amor, reverencia, aprecio,
compasión y cortesía en las cosas o personas. Por ejemplo, Mexi-tzin “Mexiquita”,
mosiehualtzin “mosiehualito”. Sin embargo, al final de nombres de
lugar, se une a la preposición co y forma el afijo tzinco y
significa atrás, detrás, a la espalda. En suma, la
forma acabada tzinco es un compuesto y el tzin solo, al final de
los nombres de persona es reverencial.[15] En Xochi-mil-ca-tzinco, tenemos xochi de xochitl “flor”, mil de
mile “tierra cultivable”, ca de calli “casa” y tzinco “atrás”,
formándose el significado: “atrás de la casa con tierra cultivable de flores”. En
otros ejemplos, tenemos: Tolan “lugar de tules” y Tolan-tzinco “atrás o a espaldas de
los tules”; Tepe-tzinco: Tepe de tepetl
“cerro” y tzinco “atrás o a espaldas”, que hacen el significado “atrás
del cerro”.[16]
En suma, el afijo tzinco es un compuesto que significa, en la
composición de topónimos, “atrás” y no es un reverencial o un diminutivo.
Expuesto lo anterior, estamos en condiciones
para proponer nuestra interpretación de Tetel-tzin/co: Tetel de teteli “montón”,
tzinco es el compuesto que significa “atrás, detrás o a la espalda”,
ambas palabras hacen el significado de “atrás del montón de piedra”.
Esta interpretación sigue la establecida por los mosiehualte en 1580. En el
documento conocido como "Relaciones geográficas", los mosiehualte dicen: “…
y porque tienen un cerrillo junto del pueblo le llamaron Teteltzinco, que es
tanto como ‘montón de tierra’”.[17] La
interpretación de los mosiehualte de hace 442 años es, sobre manera, interesante.
En primer lugar, refieren al “cerrillo junto al pueblo”. La palabra “cerrillo”
es un sustantivo con el afijo de diminutivo, o sea, que denota un “cerrito”. Y junto
al pueblo de Tetelcingo, no hay otro “cerrito” que el Tupestiecatl (en mosiehualcupa)
o “(Cerrito de) Topiztlan” (en españolismo del mosiehualcupa).
Por otro lado, los mosiehualte del siglo XVI señalan que Tetelcingo
significa “MONTÓN” de tierra. En efecto, Tetel deriva de teteli que significa, según Molina, “montón” (de tierra). El término teteli tiene
distintos sentidos al componerse con otras palabras. Por ejemplo, cuauh-teteli, cuauh de cuahuitl “árbol” y teteli “montón”: “montón
de árboles”, tepalca-teteli, tepalca de tepalcatl “tepalcate”
y teteli “montón”: “montón de tepalcates”. O bien, la palabra tlal-teteli,
tlal de tlali y teteli “montón”: “montón de tierra”.[18] Entonces, tetel deriva de teteli que significa
“montón”.
Otro elemento que sustenta la anterior
interpretación es la relación política entre Tetelcingo y otros pueblos sujetos
al Imperio Mexica. Antes de la guerra de conquista española, el pueblo mosiehualte
estaba sujeto, políticamente, a la ciudad de Oaxtepec. La provincia de Oaxtepec
era la unidad política mayor del Imperio mexica, o sea, era el centro administrativo
de la provincia. Tetelcingo era parte de los 25 pueblos sujetos al tlatocayotl
(ciudad) de Oaxtepec.[19] Entonces,
el centro del espacio territorial era el tlatocayotl de Oaxtepec. En
otras palabras, los pueblos se miraban desde el centro de la ciudad. Así, Tetelcingo
se observaba de oeste a oriente. En consecuencia, Tetelcingo estaba,
efectivamente, “atrás del montón (de piedras)”, “atrás del Cerrito
de Topiztlán”.
Escritura glífica de Tetelcingo.
El topónimo de Tetelcingo se compone de
un glifo pictográfico y un glifo ideográfico. El glifo pictográfico se compone
de tetl “piedra” + tetl “piedra” = glifo de más de dos piedras o teteli
“montón de piedras”. El glifo
ideográfico se compone de Tzin de tzintli “ano” + co = tzinco o
la idea “atrás de”. Gráficamente tenemos lo siguiente:
Esto es así, porque los nahuas dibujaban
el glifo pictográfico de piedra para expresar tetl. En este mismo
sentido, se dice Te-nuchti-tlan porque tetl es “piedra” y nochtli es “tunal”
y de estos nombres se compone te-nochtli que significa el “tunal y la
piedra”, añadiendo la partícula tlan, que significa “lugar”. Por tanto, Tenuchtitlan
quiere decir “lugar del tunal de la piedra”.[20]
El glifo de piedra nos remite a la
sílaba te de tetl “piedra” y el glifo de árbol a tzapo de tzapotl
“zapote” y titlan “entre”, la triada hace el significado “entre los
zapotes de piedra”. Para la reduplicación de tetl, la escritura
nahua incorporaba otro glifo de piedra, juntando más de dos. Veamos:
En el topónimo
tenemos dos pictogramas: el árbol y los escalones de la pirámide. El primero
hace referencia a Cuau, que deriva
de la palabra cuauhuitl “árbol” y
el pictograma de tetel de teteli “montón (de piedra)” y co
“en”. Por tanto, el significado de ambos
pictogramas significa: “en el montó de piedras y árboles”. [21]
Ahora sea el topónimo
de Tetepantepetl:
La escritura nos remite a tres
pictogramas: Tete de teteli “montón de piedras", pan de pantli “bandera o sobre” y tepetl “cerro”.
Los tres pictogramas llevan al significado: “Cerro sobre el montón de piedras”.
Los ejemplos de Cuauhtetelco y Tetepantepetl
son interesantes, porque en ambos el radical tetel se representan
pictográficamente por los escalones de la pirámide o por el muro de piedras. En
este sentido, Tetel-tzin-co significa “atrás del montón de piedras”
o “atrás del Cerrito de Topiztlán”. En fin, Tetelcingo quedaría así,
según la escritura glífica nahua:
Tetelcingo o Teteltzincu significa “atrás
del montón o montículo de piedras”, mejor dicho, atrás del
Tupestiecatl o “Cerrito de Topiztlán”. Esta interpretación está lejana de la
propuesta de prominentes historiades y especialista de la civilización nahoa de
finales del siglo XIX y principios del XX. Robelo, por ejemplo, en su libro “Nombres
geográficos mexicanos del estado de Morelos” señala que Tetelcingo o Teteltzinco
significa “en el pedregalito”, porque tetela es pedregal y tzinco
diminutivo.[22]
Esta interpretación esta equivocada, porque ya se demostró que el reverencial o
diminutivo en la escritura glífica, sólo se utiliza para las cosas y personas,
no para los nombres de lugar. Además, el significado no tiene ninguna relación
con la cultura de los mosiehualte del siglo XVI o los mosiehualte
del siglo XXI. Otro importante historiador, Plancarte y Navarrete, reproduce el
sentido de Robelo. En su libro clásico “Apuntes para la geografía del estado
de Morelos”, establece que Teteltzinco quiere decir “en el pedregalito”.[23] Pañafiel,
otro prominente historiador, refrenda las dos anteriores interpretaciones: Teteltzinco
es diminutivo azteca de Tetela, con la final tzinco. Y Tetela significa,
según Peñafiel, “tierra montañosa o pedregosa”.[24] De lo
anterior se desprende que, Teteltzinco significa: “tierrita montañosita o
pedregosa”. Sin duda, las tres interpretaciones están muy lejanas de las
características geográficas del pueblo de Tetelcingo. Finalmente, a nuestro entender mosiehuale,
Teteltzinco significa “atrás del montón de piedras”, “atrás del
montículo de piedras” o “atrás del cerrito de Topiztlán”, las tres frases
interpretativas significan la misma cosa o la misma idea.
Topónimo y lucha política mosiehualte.
Actualmente, Tetelcingo está en la
antesala del Congreso del estado de Morelos, para satisfacer una demanda
histórica: instituirse, constitucionalmente, en Municipio libre. El autogobierno
no es una demanda de este siglo, ni del siglo XIX, sino del siglo XVI, desde
que se instaló el gobierno virreinal que reemplazó el imperio Mexica. La
demanda tiene varias justificaciones, pero la más importante consiste en que,
hasta ahora, el territorio mosiehuale (el pueblo y sus trece colonias) está
sujeto, legalmente, al Municipio de Cuautla, está integrada, arbitrariamente, a
su jurisdicción. La sujeción formal o jurídica tiene muchas implicaciones: entre
otras, el territorio Teteltzinca no tiene un autogobierno, no goza, a
plenitud, de las políticas públicas; el Municipio de Cuautla recoge el tributo
sin regresar casi nada al territorio, la clase política y económica dominante
controla y acapara la riqueza producida por todos los habitantes, controlan los
mejores puestos del mercado de trabajo, etc. Por eso, Tetelcingo tiene el
derecho sobrado de convertirse en Municipio libre.
El 14 de diciembre de 2022, a las 16:00
hrs., tendrá lugar la Consulta indígena ordenada por la Suprema Corte de
Justicia de la Nación. En esta consulta, el Congreso del estado, a través del Instituto
Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (Impepac),
preguntará a la población indígena y a quienes se auto adscriban como indígenas,
si están de acuerdo o no en que Tetelcingo se erija en Municipio Libre. Si la
respuesta es SÍ, el proceso de creación seguirá su Curso en el Congreso del
Estado de Morelos. Si la respuesta es no, el proceso formal puede detenerse,
pero la demanda o el reclamo de autogobierno no desaparece, porque el derecho
al autogobierno de los pueblos indígenas de México es un derecho humano natural e inalienable y porque, además está garantizado en el artículo segundo de la
Constitución federal y Tratados y Convenios internacionales firmados y
ratificados por el gobierno mexicano. Por lo pronto, invitamos a todos los
indígenas y no indígenas que habitan en el territorio (Tetelcingo y sus trece
colonias), para que participen en la Asamblea general que se llevará a cabo
este miércoles 14 de diciembre, a las 16:00 hrs., en la plaza o explanada de la
Delegación política del pueblo. DIGAMOS SÍ A LA CREACIÓN DEL MUNICIPIO LIBRE EN TETELCINGO.
No hay que perder de vista, que la
Consulta es indígena, no es una Consulta ciudadana. En la consulta indígena
pueden participar todos los mosiehualte, mixtecos, zapotecos,
tlapanecos y todas las etnias asentadas en el pueblo de Tetelcingo y sus trece
colonias. También pueden participar las personas no indígenas del
territorio, siempre y cuando se auto adscriban como indígenas. Esta distinción
no es, en ningún sentido, discriminatorio, sino parte del mandato constitucional y de los principios políticos de inclusión social y
la justicia con equidad. Si no fuera así, no tendría sentido la figura de
Consulta indígena y entonces, estaríamos frente a la figura de Consulta
ciudadana. Al contrario, ésta última sí es discriminatoria, porque no toma en
cuenta la especificidad de las etnias del país. Entonces, quienes consideran
que la consulta indígena es discriminatoria, no están planteando más que una
perorata, porque la Consulta indígena garantiza la participación de todos, en
tanto, no se dejen de lado las normas constitucionales y de jurisprudencia que
regulan este tipo de consulta.
Para este proceso de Consulta indígena
sobre la Creación del municipio en Tetelcingo, los mosiehualte han utilizado la
escritura glífica nahua para recuperar el sentido histórico del pueblo, pero también
el sentido en la lucha política: mediante el sistema de glifos nahuas, expresan
su rebeldía, su voz silenciada durante cinco siglos. En la propaganda realizada
para la Consulta indígena se ha difundido el siguiente topónimo:
En las imágenes observamos el topónimo
de Tetelcingo expuesto anteriormente. En la imagen A vemos el topónimo, pero
además observamos un respaldo, formando el glifo de ipactli “silla real”,
símbolo de poder. En otras palabras, la escritura jeroglífica nos dice que
Tetelcingo aspira a convertirse en un poder político, porque el Municipio es un
poder en la organización política y administrativa de México: el tercer nivel de gobierno. La
imagen también nos dice que Tetelcingo se instituirá en Municipio libre, sí y sólo
si, toma la palabra pública, representada por el glifo nahua de la palabra: la onda
de agua. La imagen B es una variante de la imagen A. En C, el topónimo
de Teteltzincu está enmarcado o arropado por el cohuotl “serpiente”,
símbolo de la sabiduría, también está protegido por los cactus míticos: el nopal
y la sábila.
En la siguiente imagen, los mosiehualte expresan el grito de rebeldía a través del topónimo, el arte y la palabra escrita. Se observa con mayor claridad que el glifo de Tetelcingo está sentado en el icpalli “silla real”, silla del poder. Atrás de la silla del poder aparece el escudo del testamento territorial de Tetelcingo, los Títulos primordiales que amparan el territorio mosiehualte, el fundamento de la lucha y la defensa del territorio. En la parte de arriba se observan dos manos que rompen la cadena de sujeción, sometimiento y explotación por parte del municipio y la clase política y económica dominante de Cuautla. En la parte derecha, se observa el humo que se eleva y significa la lucha de antier, ayer y hoy de los mosiehualte. Finalmente, todos los elementos descritos se sintetizan en la frase: TETELCINGO, MUNICIPIO LIBRE. En otras palabras, la Creación del municipio libre será resultado de la lucha, la resistencia, la rebeldía, la rabia política de los mosiehualte. La Consulta indígena es apenas un paso del camino que tenemos que caminar juntos.
¡MOSIEHUALTE, TIABE, TEBE! Cache cuale ma mochihua municipio to altepetl Teteltzincu, ijquehuo queneque to Deus… Ijquehuo ma mochihua, ijquehuo ma motequepanu, ijquehuo ica. To tata tona…
[1].
Cfr. Anne Zali et Annie Berthier. L’aventure des écriture. Bibliotheque National de France, Francia, 1997.
[2]
Ibídem.
[3]
Cfr. Francisco del Paso y Troncoso. Códice pictórico de los antiguos
nahuas. Tipografía de Salvador Landi, España, 1898.
[4]
Miguel León Portilla. Los antiguos mexicanos. FCE, México, 1996.
[5]
Ibídem.
[6]
Ibídem.
[7] Cfr. Eugene
Boban. Documents pour servir a l´histoire du Mexique. Ernest
Leroux, Éditeur, Paris, 1891
[8]
Juan Baptista de Pomar y Zurita. Relación de Texcoco. Imprenta de
Francisco Díaz de León, México, 1891. P. 2.
[9]
Cfr. Anne Zali et Annie Berthier. L’aventure des écriture. Op.
cit.
[10]
Cfr. Ibídem.
[11]
Miguel León Portilla. Los Aztecas, disquisiciones sobre un gentilicio.
En: Obras de Miguel León Portilla, Tomo VI, UNAM, 2010.
[12]
Fray Ivan de Torquemada. Primera parte de los veintiún libros de rituales
y monarquía indiana…, Por Matías Clavijo, España, 1615. P. 87.
[13]
Don Hernando Alvarado Tezozomoc. Crónica mexicana. José M. Vigil
Editor, México 1878. P. 22.
[14] Cfr. Fray Alonso de Molina. Vocabulario de la lengua castellana y mexicana, En Casa
de Antonio Espinoza, México, 1571. P.
[15]
Manuel Orozco y Berra. Historia
antigua y de la Conquista de México. Tipografía de Gonzalo A. Esteva, Tomo
primero, México, 1880. P. 431.
[16]
Cfr. Antonio Peñafiel. Nombres geográficos de México. Secretaría
de fomento, México 1885. Cfr. Cecilio Robelo. Nombres geográficos del
estado de Morelos, Luis C. Miranda Impresor, Cuernavaca, 1887. P. 54.
[17]
Arzobispado de México. Relaciones geográficas del siglo XVI.
Edición de René Acuña, UNAM, México, 2017. P. 129.
[18]Cfr. Fray Alonso de Molina. Vocabulario de la
lengua castellana y mexicana. Op. cit. Cfr. Cecilio A. Robelo. Diccionario de aztequismos.
Ediciones fuente cultural. México, 1911.
[19] Cfr. Druzo
Maldonado Jiménez. Cuauhnahuac y Huaxtepec. UNAM/CRIM, Cuernavaca,
Morelos, 1990.
[20] Don Hernando Alvarado Tezozomoc. Op. cit. [21] Dr. Antonio Peñafiel. Nombres geográficos de México. Op. cit.
[22] Cecilio. A. Robelo. Nombres geográficos mexicanos del estado de Morelos. Op. cit.
[23] Dr.
Francisco Plancarte y Navarrete. Apuntes para la geografía del estado de
Morelos. Imprenta de Don José Donaciano Rojas, Tepoztlán, 1909.
[24]
Dr. Antonio Peñafiel. Nomenclatura geográfica de México. Op. cit.
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