Ética
a mi hija Héloïse-Malintzin
[ II ]
Teteltzincu,
Altepetl de Huaxtepiec, día 5 xuchetl, año 6 caña.
Unte omatl
Héloïse-Malintzin: Neltitica quicajcohua
(Carta
segunda a Héloïse_Maintzin Cera Sauquet: De la verdadera libertad)
Malintzin:
Que el
canto de los pájaros cenzontle concierten en tus sueños.
Héloïse-Malintzin:
escucha la segunda noble enseñanza del conocimiento de sí mismo y la
libertad. No olvides que todo hombre aspira a ser libre y éste es una de las
más grandes ambiciones. ¿Acaso vale más la vida de un prisionero que la de un
esclavo? Es verdad, existen muchas formas de prisión y de servilismo.
Recuerda que la más sutil y dañina es la prisión interior del hombre
esclavo de sí mismo
Tienes
razón, todos somos más o menos prisioneros de nuestros miedos, pulsiones,
carácter, hábitos, emociones. La mayoría de nuestras acciones y elecciones son
conducidas por las fuerzas que nos dominan. Somos esclavos de nosotros mismos,
pero somos los únicos que podemos liberarnos de nuestra prisión interior.
Recuerda
la enseñanza del Nahual, alguna vez te dijo que: “el inicio de la liberación
pasa por el conocimiento de uno mismo. Pasa por la introspección, por la fina
observación de nuestro comportamiento, de nuestras reacciones, emociones. La
misma introspección nos lleva a conocernos progresivamente y a conocer las
causas profundas de nuestras acciones. Debemos trabajar sobre nosotros mismos,
debemos corregir nuestras reacciones, modificar nuestras reflexiones
espontáneas o nuestros malos hábitos. Porque el hombre que no se conoce es como
un ciego. Camina sin seguridad y corre el riesgo de caerse en cualquier
momento.
También
rememora la historia del viejo mosiehual.
Te contó que: “Cierto día, un anciano en apariencia miserable, mendigaba su
vida, caminaba sobre las calles de un pueblo. Nadie le ponía atención.
Hasta que, en cierta ocasión, un extraño le dijo con desprecio:
-¿Qué
haces aquí? Sabes bien que nadie te conoce.
El
méndigo miró tranquilamente al extraño y le respondió:
-¿Acaso,
me debe importar? Me conozco a mí mismo y es suficiente. Lo contrario sería
fatal: que todos me conocieran y que yo me ignore.”
Estás en
lo cierto, la esclavitud interior no deriva solamente de nuestras pulsiones y
emociones, sino también de nuestra dependencia a los objetos. La dependencia
material es la esclavitud más común de nuestros días. Siempre queremos más y
más, nuestros deseos no tienen fin. No dejes de lado la memoria que nos dice
que la mayoría de los humanos vivieron miles de años sin auto, sin celular, sin
electricidad, sin internet. ¡Claro! Posee los objetos materiales, pero no dejes
que te posean.
Malintzin,
debes ser libre, no actuar en función de la mirada del otro. Debes aprender a
liberarte de lo que te condiciona y limita tu cuerpo y mente, debes liberarte
de las condiciones familiares y sociales que has heredado.
Aprende
a pasar de la ignorancia al conocimiento. Porque la ignorancia es la causa de
la mayor parte de los males. Desarrolla tu inteligencia y tu conocimiento para
aprender a discernir. En toda tu vida tendrás que distinguir lo verdadero de lo
falso, lo justo de lo injusto, lo útil de lo inútil, lo necesario de lo
artificial. El conocimiento de ti mismo y del mundo te hará libre y capaz de
hacer las justas elecciones para llevar una vida mejor. Pero toma en cuenta que
el conocimiento de uno mismo es lo más importante: “Conócete a ti mismo y
conocerás el mundo”.
Por
último, Héloïse-Malintzin, no olvides que la mirada que llevamos sobre el mundo
no es el mundo mismo, sino el mundo que nosotros percibimos a través del espejo
de nuestra sensibilidad, de nuestras emociones, de nuestro espíritu, de nuestra
cultura. Si el mundo te parece triste hostil, transforma tu mirada y él será
otro. Es por el trabajo interior, psicológico y espiritual, que podemos
verdaderamente cambiar y hacer evolucionar nuestra percepción del mundo
exterior.
Me
voy, el olor del copal me llama para seguir mi camino de la liberación.
Ernesto Cera Tecla
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