El territorio
Ernesto Cera Tecla
En
este texto, reflexionaremos el componente previo al Estado: el territorio. Realizaremos la reflexión a partir de la
tesis central que plantea González Uribe en el apartado: “Vida y pasión del
Estado”.[1] De acuerdo a Uribe, el
Estado tiene dos premisas que orientan su ser
(ontológico): a) la gestión activa del bien común y b) su sujeción a los
límites racionales o su sumisión al derecho.
Ante esta concepción del Estado, resulta necesario analizar de manera
pormenorizada los elementos previos y
constitutivos del Estado. Aunque en
este texto sólo hablaremos del elemento físico “territorio”.
El
Estado es una agrupación de hombres o seres racionales y libres, pero es
también un ente que necesita de un territorio para ejercer sus funciones de
servicio, coordinación y control. Si el
hombre es una parte fundamental en la construcción del Estado, entonces el
territorio se hace indispensable para la agrupación estatal de esos hombres.
Hasta
ahora, la tierra está dividida en distintos Estados. La división ha tenido
varios criterios, entre ellos destacan el territorial
o contigüidad y el nacional. De este último se planteado la coincidencia entre
nación y Estado y que en la actualidad (ante la globalización) se discute su
crisis porque el capitalismo corporativo ha trastocado la “soberanía”.
No
obstante, el territorio físico aparece como elemento más objetivo que subjetivo
(como el de nación…) porque se concreta en la vinculación del Estado y su
adscripción a un territorio para ejercer sus funciones administrativas y
políticas. En este sentido, el
territorio (superficie, espacio atmosférico, subsuelo, litorales, costas…)
tiene dos funciones básicas: a) la negativa
que señala los límites, fronteras… del Estado y b) la positiva que otorga al Estado el instrumento físico necesario para cumplir su función: servir al bien público temporal.[2]
La
primera función (negativa) es fundamental porque garantiza seguridad jurídica y
la paz en la relaciones entre los Estados y la segunda (positiva) porque le
permite realizar su función de control y vigilancia sobre la población. Así, el
territorio se presenta como un medio o instrumento al servicio del Estado y
como una condición de existencia del hombre y del Estado.
El
territorio, al igual que la nación, requiere de un análisis más pertinente al
contexto social, económico y político de nuestro tiempo. La globalización económica
ha trastocado estas categorías. Es un hecho, el “Estado soberano” ha sido
vulnerado por el poder fáctico transnacional. Habría que preguntarnos sí el
territorio (superficie, subsuelo, atmósfera…), como elemento esencial del
Estado, sigue intacto ante la globalización. O bien, podemos preguntarnos cómo
ha afectado la globalización al territorio como elemento sustancial del Estado.
Del mismo modo, podemos preguntarnos: ¿Tiene todavía sentido hablar de Estado y
territorio si su rol de servidor para el bien público temporal ha sido afectado
por el capitalismo corporativo? ¿Los Estados todavía garantizan el “bien
público temporal”?
En
las últimas tres décadas, el bien público ha sido remplazado por el bien
privado, las instituciones públicas por las privadas, los intereses comunes por
los intereses particulares: hoy día, ya no hay Estado o países ricos, sino
algunos ricos. Los territorios soberanos han sido remplazados por los mercados
transnacionales…
Finalmente,
considero que la reflexión en torno al territorio como componente esencial del
Estado debe profundizarse para recuperar el sentido objetivo del Estado: su
servicio para el bien público temporal.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio