El ramo
Ernesto Cera Tecla
Abrió la puerta del departamento y
puso el ramo sobre la mesa, porque el joven de media noche se lo había dado todo
desarreglado. No podía pedir más y mucho
menos a esa hora y en ese lugar. Era
tarde pero aún así se dio tiempo para recortarles el tallo, quitarles algunas hojas desoladas y
darles vida propia con un suspiro.
Y sí, las rosas representaban el amor intenso que sentía por ella. “Esas
rosas unen nuestros corazones”, pensó. A pesar de verla dormida quiso gritarle
que la amaba porque amaba el ramo de rosas que la aguardaban en el florero.
Se sentó en el sofá y puso su mirada taciturna en la rosa más roja. Al cerrar la puerta de su recámara escuchó
unos pasos. Los pasos llegaron a la sala y luego a la cocina. Desde el otro
lado de la puerta, vio a aquella mujer que deponía la tapa del cesto de basura.
Él no dijo nada, ella guardó silencio.
Al día siguiente, cada quien se fue a trabajar.
e-mail: ceraernesto@gmail.com
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