Caciques indígenas en Tetelcingo
Ernesto Cera Tecla
Los
opositores a la municipalización del pueblo indígena de Tetelcingo, no son
solamente los servidores públicos del Ayuntamiento de Cuautla, Morelos, sino también,
los Nuevos caciques indígenas del territorio
mosiehuale.[1]
En el siglo XVI, la nobleza indígena tuvo un trato especial de los españoles porque
fue pieza fundamental para instaurar el nuevo orden colonial. El trato especial consistió en: no tributar al
Rey, usar armas y caballos, obtener el título de cacique, entre otros.[2] Moletecatl
Tecuhtli, señor Tlahuica de Yautepec y Luciano Paéz de Mendoza, señor de Panoaya (Amecameca)
fueron dos de ellos, ambos gozaron de todos los privilegios concedidos a los
indios caciques.[3] Hoy
día, los nuevos caciques de Tetelcingo son los políticos indígenas que ostentan
el cargo de delegado político, ayudantes indígenas, comisariado ejidal,
director de asuntos indígenas, así como los profesores de educación indígena y
profesores de lengua indígena. La mayoría de estos caciques reciben un TRATO
ESPECIAL o privilegios del Ayuntamiento o el Estado con el fin de perpetuar el
sometimiento del pueblo mosiehuale. Por tanto, quienes se oponen a la
municipalización del pueblo de Tetelcingo, no son solamente los integrantes del
cabildo de Cuautla que fundan su visión en la discriminación, el racismo y el
despojo, sino también los nuevos caciques indígenas que fundan su visión en
privilegios, nepotismo y servilismo.
Dice la vox
populi: el que calla otorga. El cabildo del Ayuntamiento de Cuautla
considera que Tetelcingo no reúne los requisitos que establece el artículo 40
de la Constitución estatal para erigirse en Municipio indígena. Desde luego, esta
postura carece del más mínimo fundamento jurídico, sociológico o antropológico.
La posición ideológica del cabildo es claramente racista y discriminatoria y atenta
contra el derecho a la libre determinación de los pueblos indígenas señalado en la Constitución federal, tratados internacionales y la jurisprudencia de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación y de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos. Sin embargo, a pesar de la gravedad del asunto, los nuevos caciques
indígenas de Tetelcingo, prefieren guardar silencio, a cambio de un salario de autoridad
auxiliar o burócrata indígena municipal, maestro de educación indígena o de
lengua náhuatl u otro. En resumen, los nuevos caciques indígenas prefieren el
silencio para conservar sus privilegios, que dignificar a su pueblo a través de
la municipalización.
Por
fortuna, los caciques indígenas fueron, en el siglo XVI, apenas una fracción. También
existieron indios que se rebelaron en contra del Virrey de la Nueva España, no
para conseguir un trato especial o un empleo en el gobierno (como ahora), sino
para dignificar su persona y a su pueblo. Es el caso de la rebelión de los indios de 1624
en la Ciudad de México que atacó el palacio virreinal con piedras y fuego. La tarde
del 15 de enero de 1624, cerca de treinta mil indios tomaron el recinto,
gritando: “Muera el mal gobierno”.[4] El virrey fue derrocado. En efecto, a lo largo
de cinco siglos, Tetelcingo ha tenido grandes políticos independientes,
luchadores sociales honestos, defensores del pueblo teteltzinca. La lucha política
de estos indios es el ejemplo para los mosiehuale
que aspiran a que Tetelcingo se municipalice. La resistencia, la rebelión indígena
sólo puede venir de la memoria de sus antepasados que pelearon todo para todos
y nada para ellos. En definitiva, la
libertad política y la libre determinación no emergerán de la voz de los nuevos
caciques indígenas, sino del sueño y la memoria de los indios independientes
que no venden su identidad al mejor
postor (partido político o gobierno).
En
conclusión, la municipalización del pueblo indígena de Tetelcingo es un asunto
de indios, no de partidos, gobiernos o caciques indígenas. El municipio indígena
libre emergerá solamente del pueblo organizado, crítico, libre e independiente.
Y como dijeron los indios de 1624: “Muera el mal gobierno” de Cuautla.
[1] Cacique (o Jefe)
es una palabra de la lengua taíno de las islas. Los españoles aplicaron este
término a todos los jefes mexicanos. Mismos que detentaron el poder local a
través del cargo de gobernador hasta el fin de la época colonial.
[2] Aguirre, R. Los
caciques en las instituciones españolas durante el periodo colonial tardío.
Consultado el 24 de julio de 2016 de http://bit.ly/2aowz6e
[3] Cfr. Carrasco, P. 1972. La Casa y Hacienda de un señor Tlahuica. Estudios de Cultura
Náhuatl-UNAM, 10:235-244.
[4] Baustista y Lugo, G. Los indios y la rebelión de 1624 en la
Ciudad de México. Consultado el 25 de julio de 2016 de http://bit.ly/29V1CsN