Diálogo
racional e irracional
Ernesto Cera Tecla
Introducción
En el
presente texto analizaremos dos tipos de diálogo: el racional y el irracional.
En la primera parte pondremos un ejemplo de cada uno de ellos, después haremos
un análisis comparativo y terminaremos con una evaluación general de las ideas
expuestas.
Diálogo
racional e irracional
El diálogo racional es la interacción dialógica en la
que los participantes intercambian mensajes o información a partir del respeto
de ciertas reglas mínimas: apertura, confrontación, argumentación y clausura o
cierre. Además los participantes están predispuestos a acatar los principios de
cooperación y relevancia. El diálogo racional, a pesar del combate de
ideas/argumentos, siempre construye, no destruye.
El diálogo irracional es también una interacción
dialógica y puede tener la misma estructura comunicativa: apertura,
argumentación y clausura. Sin embargo, los principios básicos de interacción
(como la cooperación, la información y
la relevancia) son transgredidos. Un diálogo irracional puede caracterizarse
porque uno de los interactantes (o ambos) cambian de tema repentinamente, no
respetan los turnos, apelan a la descalificación y no a la argumentación,
etcétera. El diálogo irracional, en efecto, es la antítesis del racional. El
diálogo irracional no construye, pero sí destruye.
Ejemplos de
los tipos de diálogo
[1]El
diálogo irracional
Los participantes: A es pintor de una comunidad indígena. B es un
joven político, también indígena.
El diálogo se desarrolla en 2011, en una cocina o pozolería de una comunidad náhua, ubicada en
el Municipio de Cuautla, Morelos. A se
encuentra sentado en una mesa degustando un plato de pozole. Enseguida llega B y saluda a A.
B. ¡Qué tal!
Tito. ¿Cómo estás?
A. ¡Bien!
Choco. Y ¿Tú? ¡Qué tal!
B. Igual,
bien. Pero he estado muy ocupado con mi hermano Marcelo. Estaba muy mal de
salud. Los médicos (cardiólogos, médicos en general…) lo revisaron y le dijeron
que estaba bien.
A. Y… (B le corta la palabra)
B. ¿Qué más?
No quedaba otra explicación, más que la brujería. Por andar bien metido en la
política se lo chingaron. La política es muy cochina.
A. Sí,
supongo…
B. Lo llevé
con un pastor de la Iglesia universal. Él lo compuso.
A. Entonces
ya está bien.
B. Sí, le
quitó tres muertos encima.
A. Qué bueno
que ya recuperó la salud.
B. Sí, la
política es muy sucia. Pero yo estoy preparado para todo. A mí que me
echen cuatro muertos, no tres.
A. Está bien.
B. Bueno, voy
a la mesa.
A. Ok. Provecho.
El ejemplo [1] ilustra el
diálogo irracional. Es irracional porque muestra la ruptura tanto de la
estructura conversacional como del principio de cooperación. En cuanto a la
estructura, B no permite a A exponer sus razones o argumentos
respecto al tema. B toma la palabra
sin respetar los turnos e impone el formato de conversación. Por otro lado, el principio de cooperación se
ve vulnerado: B no coopera para
escuchar a A. Ante la falta de
respeto de los turnos y del principio de cooperación, el diálogo se torna
eminentemente irracional.
El diálogo se lleva a cabo en 2011, en una de las tantas mesas que tiene el
negocio de A. Después de merecer un
rico consomé de pollo con verduras, unos tacos acorazados y una agua de
horchata, A se acerca a B y le ofrece un café colombiano para
la sobremesa. B acepta sin más. A toma una silla en la mesa de B. Enseguida, una de las empleadas se
acerca con dos tazas de café. A toma sus lentes de vista cansada y
lanza la primera pregunta a B:
B. Según la
prensa escrita, la alianza ya está muerta.
A. ¿Por qué?
B. Porque en
el cambio de la dirigencia perredista, el candidato de Marcelo no fue
respaldado por la corriente de los chuchos.
A. Entonces
Marcelo deja la alianza.
B. Sí, es por
eso que una semana después del relevo de la dirigencia perredista, Marcelo
levantó la mano de Encinas como candidato al gobierno del estado de México.
A. Es un
mensaje de ruptura entre Marcelo, los chuchos y el PAN.
B. Sí, ahora
se entiende que Marcelo apoyará al candidato del Movimiento de Regeneración
Nacional (MORENA) encabezado por André Manuel López Obrador.
A. ¡Qué
bueno! Es mejor así.
B. Sí. Tengo
la misma opinión.
A. (Cambia de
tema)
El ejemplo [2] nos muestra un diálogo racional. Los participantes respetan
sin ambigüedades los turnos y el principio de cooperación. Además la
información y la relevancia circulan sin ningún problema. A y B ponen sobre la
mesa de discusión las ideas sustanciales de la alianza partidista en el estado
de México.