domingo, 9 de julio de 2017


Diálogo racional e irracional

Ernesto Cera Tecla

Introducción
En el presente texto analizaremos dos tipos de diálogo: el racional y el irracional. En la primera parte pondremos un ejemplo de cada uno de ellos, después haremos un análisis comparativo y terminaremos con una evaluación general de las ideas expuestas.

Diálogo racional e irracional
El diálogo racional es la interacción dialógica en la que los participantes intercambian mensajes o información a partir del respeto de ciertas reglas mínimas: apertura, confrontación, argumentación y clausura o cierre. Además los participantes están predispuestos a acatar los principios de cooperación y relevancia. El diálogo racional, a pesar del combate de ideas/argumentos, siempre construye, no destruye.

El diálogo irracional es también una interacción dialógica y puede tener la misma estructura comunicativa: apertura, argumentación y clausura. Sin embargo, los principios básicos de interacción (como la cooperación, la información  y la relevancia) son transgredidos. Un diálogo irracional puede caracterizarse porque uno de los interactantes (o ambos) cambian de tema repentinamente, no respetan los turnos, apelan a la descalificación y no a la argumentación, etcétera. El diálogo irracional, en efecto, es la antítesis del racional. El diálogo irracional no construye, pero sí destruye.

Ejemplos de los tipos de diálogo
 
 
[1]El diálogo irracional

 Tópico: los políticos y la brujería.
 
Los participantes: A es pintor de una comunidad indígena. B es un joven político, también indígena.

El diálogo se desarrolla en 2011, en una cocina o  pozolería de una comunidad náhua, ubicada en el Municipio de Cuautla, Morelos. A se encuentra sentado en una mesa degustando un plato de pozole. Enseguida llega B y saluda a A.

B. ¡Qué tal! Tito. ¿Cómo estás?

A. ¡Bien! Choco. Y ¿Tú? ¡Qué tal!

B. Igual, bien. Pero he estado muy ocupado con mi hermano Marcelo. Estaba muy mal de salud. Los médicos (cardiólogos, médicos en general…) lo revisaron y le dijeron que estaba bien.

A. Y… (B le corta la palabra)

B. ¿Qué más? No quedaba otra explicación, más que la brujería. Por andar bien metido en la política se lo chingaron. La política es muy cochina.

A. Sí, supongo…

B. Lo llevé con un pastor de la Iglesia universal. Él lo compuso.

A. Entonces ya está bien.

B. Sí, le quitó tres muertos encima.

A. Qué bueno que ya recuperó la salud.

B. Sí, la política es muy sucia. Pero yo estoy preparado para todo. A mí que me echen  cuatro muertos, no tres.

A. Está bien.

B. Bueno, voy a la mesa.

A. Ok. Provecho.
 
El ejemplo [1] ilustra el diálogo irracional. Es irracional porque muestra la ruptura tanto de la estructura conversacional como del principio de cooperación. En cuanto a la estructura, B no permite a A exponer sus razones o argumentos respecto al tema. B toma la palabra sin respetar los turnos e impone el formato de conversación.  Por otro lado, el principio de cooperación se ve vulnerado: B no coopera para escuchar a A. Ante la falta de respeto de los turnos y del principio de cooperación, el diálogo se torna eminentemente irracional. 
 

 [2]El diálogo racional

 Tópico: la alianza partidista en el estado de México.

 Los participantes: A es un comerciante exitoso en la Ciudad de Cuautla, Morelos. Tiene un negocio de tacos acorazados en el corazón de la ciudad. Los tacos son elaborados por artesanas culinarias de la región. A es un adulto mayor y tiene educación universitaria (arquitectura). B es contador público citadino que no se pierde un fin de semana en la ciudad de Cuautla y sus pueblos. 

 El diálogo se lleva a cabo en 2011, en una de las tantas mesas que tiene el negocio de A. Después de merecer un rico consomé de pollo con verduras, unos tacos acorazados y una agua de horchata, A se acerca a B y le ofrece un café colombiano para la sobremesa. B acepta sin más. A toma una silla en la mesa de B. Enseguida, una de las empleadas se acerca con dos tazas de café.  A toma sus lentes de vista cansada y lanza la primera pregunta a B:

 A. Entonces ¿Cómo va la alianza (entre PAN y PRD) en el estado de México?

B. Según la prensa escrita, la alianza ya está muerta.

A. ¿Por qué?

B. Porque en el cambio de la dirigencia perredista, el candidato de Marcelo no fue respaldado por la corriente de los chuchos.

A. Entonces Marcelo deja la alianza.

B. Sí, es por eso que una semana después del relevo de la dirigencia perredista, Marcelo levantó la mano de Encinas como candidato al gobierno del estado de México.

A. Es un mensaje de ruptura entre Marcelo, los chuchos y el PAN.

B. Sí, ahora se entiende que Marcelo apoyará al candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) encabezado por André Manuel López Obrador.

A. ¡Qué bueno! Es mejor así.

B. Sí. Tengo la misma opinión.

A. (Cambia de tema)
 
El ejemplo [2] nos muestra un diálogo racional. Los participantes respetan sin ambigüedades los turnos y el principio de cooperación. Además la información y la relevancia circulan sin ningún problema. A y B ponen sobre la mesa de discusión las ideas sustanciales de la alianza partidista en el estado de México.

 De manera general, podemos decir que la comunicación dialógica debe fundarse en la racionalidad, es decir, en el respeto de las condiciones mínimas del diálogo (estructura y principios de cooperación) para fortalecer las relaciones sociales, así como la construcción del pensamiento crítico. El diálogo racional es necesario no solamente para las tareas académicas, sino también para las tareas cotidianas y sobre todo para dirimir las ideas en el espacio público. Así, el diálogo racional podría contribuir a la democracia participativa en nuestro país.