Choletzi: ¡Feliz día de la madre!
A donde quiera que estés o adonde quiera que te encuentres.
In memoriam.
Carta a mi madre
Tetelcingo, a 13 de noviembre de 2018.
Nonontzi, tonontzi, mi mamá, nuestra mamá,
Choletzi:
Ayer a las 6:40 dejaste de sentir las cosas que
sentimos contigo en el curso de nuestras existencias y nuestras vidas. La
última vez que nos vimos, que platicamos, me preguntaste:
-¿Está nublado, hijo?
Te dije:
-No Choletzi, no está nublado.
Ya no pude decirte más, entendí que estabas en una
difícil batalla y decidí guardar silencio. Pero hoy, frente a ti, frente a tu
cuerpo inerte y presente, te digo: nonontzi “mi madrecita”, la mañana era limpia
como tu pensamiento, el aire era cálido como tu corazón, el amanecer
resplandeciente como tu palabra. También quiero decirte que, un día antes, tus
animalitos estaban inquietos, presentían algo incierto. Es verdad, todos
sabíamos que tu potencia, tu poder, tu existencia, tu vida, estaba dando la
última batalla con el Dios todo poderoso, o sea, con la naturaleza. Dios o la naturaleza te venció, no para que desaparezcas,
sino para que tu cuerpo se convierta en otra materia y para que estemos juntos en
este universo hecho de diversas materias e ideas.
Choletzi: Tus hijos te damos las gracias por darnos
la vida, por darnos un poder, una existencia, una vida que seguimos
esculpiendo y no terminamos ni terminaremos. También te damos las gracias, porque entendiste desde muy temprano
que tus hijos no podían permanecer esclavos de sus deseos, emociones o
supersticiones, ni sujetos a un poder social o político. Apostaste toda
tu energía a nuestra educación formal e informal. Tus límites no fueron nuestros límites, al contrario, fueron manantiales de poder-hacer. Nos enseñaste
a leer sin saber leer, a escribir sin saber escribir. Nos enseñaste a sembrar sembrando, a cosechar trabajando. Eras una sabia. Una filósofa. Los sabios o las sabias no
necesariamente tienen educación formal, ni los que tienen educación son necesariamente
sabios. Las sabias son aquellas personas que piensan la vida y viven su
pensamiento. Tú, no tenías una educación formal, pero pensabas y vías la vida, por eso sabías una verdad necesariamente verdadera, sabías que nuestra educación era nuestra
liberación, sabías que las ideas adecuadas o verdaderas eran la medicina y la
salud de nuestro pensamiento, nuestra alma, nuestro espíritu. Estabas en lo
cierto y lograste tu meta: pues estas palabras que ahora escuchamos los que
estamos aquí, frente a ti, a lado de cuerpo inerte, son tus palabras, tus ideas
verdaderas, tu pensamiento, tu inteligencia. Es tu sabiduría, es TU AMOR A
DIOS.
Bueno, nos vemos allá adonde también iremos. Te
alcanzaremos en Mejtlompa o "casa de los muertos", allá nos esperarás.
Ahí nuevamente hablaremos en mosiehualcupa o lengua originaria de
nuestro pueblo tetelcinga.
Gracias por todo mamá. Nonontzi cache cuale tlascomate “madrecita,
mejor muchas gracias”.
Tonontzi: temonemitis patoyulo “Madrecita: vivirás siempre
en nuestros corazones”
Descansa en paz.
Ernesto Cera Tecla y familia.