Teteltsincu, a 14 de abril de 2022.
Na: Erniesto Xiela Tetla.
Nemejuantsetsi: Nogiente, ica tejuo, ica mosiehualte.
Tlocame biebemosiehualte noinijte, netlajcuilohua yepa tetlatlajtusque uo
te cunis, muoesque sa sie sente. Ye
imani.
Hermanas y hermanos, hace cuatro
días, se cumplieron 123 años del lamentable asesinato del “Señor General,
Emiliano Zapata”. Así nombraban nuestros tatarabuelos mosiehualte a su líder
revolucionario, no era el “General”, sino “El Señor General”. No es para menos.
“El Señor General” fue, según nuestros tatarabuelos, líder de la “Revolución
del Sur”, no de la Revolución mexicana. Nuestros antepasados, tenían claridad
en la interpretación del mundo social y político: la “Revolución mexicana” es un
concepto o una idea abstracta, vacía de contenido para los indios. La “Revolución
suriana” era otra cosa, era la demanda de RESTITUCIÓN (devolver las tierras a
los pueblos) de las tierras ancestrales
de todos los pueblos indios del centro y Sur del país. Para 1910, las tierras o
territorio de los pueblos indios, habían sido USURPADOS, primero, por los
invasores españoles (1519-1550), después por la Corona española (1550-1821) y luego,
por liberales y conservadores, hacendados y empresas trasnacionales (1821-1910).
Por esta razón, los mosiehualte se integraron a la lucha armada zapatista, para
recuperar el actual territorio teteltsinca.
Les recuerdo mosiehualte, que Emiliano
Zapata fue traicionado por Madero y por eso, proclamó el Plan de Ayala. Sí, el
5 de octubre de 1910, Francisco I. Madero dio a conocer el Plan de San Luis. Zapata, sabía que ese
Plan era más político que social y se resumía en el “Sufragio Efectivo y No Reelección”.
De ello, Zapata dijo: que era muy bueno
pensar en la POLÍTICA, pero antes había que pensar en la TORTILLA para los mexicanos.[1] En otras
palabras, era importante construir un sistema político democrático, pero antes,
era necesario regresar las tierras a los campesinos para asegurar la producción
agrícola básica. Aun así, Zapata se adhirió al Plan de Madero, porque el artículo
3° de dicho Plan, hablaba de RESTITUCIÓN de la tierra. Sin embargo, el 21 de
mayo de 1911, Madero firmó, como Jefe de la revolución, el Convenio de Ciudad
de Juárez. En este documento, se comprometió a licenciar las tropas
revolucionarias, sin antes cumplir la promesa de RESTITUCIÓN. Meses después, el
15 de octubre del mismo año, Madero refrendó, en su calidad de Presidente de la
república, el incumplimiento de la RESTITUCIÓN. Declaró ante los medios de
comunicación: que crearía la pequeña propiedad de la tierra, no la repartiría. Zapata se sintió
traicionado, entonces, proclamó el Plan de Ayala, el 28 de noviembre de 1911.[2]
Por la razón anterior, Zapata se
rebeló contra Madero y los mosiehualte se adhirieron a los Revolucionarios del
sur, para recuperar su territorio, en manos de hacendados. En el Plan de Ayala,
el Jefe de la Revolución del Sur, llamó traidor al Presidente de la república, Francisco
y Madero. Zapata plateaba tres demandas básicas en su Plan: a) restitución de
tierras, b) fraccionamiento de latifundios y c) confiscación de propiedad a
quienes se opusieran a la realización del Plan. Por ahora, sólo les hablaré del
primer punto. Zapata hizo el siguiente razonamiento sobre la RESTITUCIÓN: Los
pueblos indios, a pesar de poseer TÍTULOS PRIMORDIALES, firmados por Cortés o
la Corona española, fueron DESPOJADOS de sus tierras, y la JUSTICIA no reconoce
su derecho de RESTITUCIÓN, entonces, la TIERRAS deben ser devueltas a los pueblos
por la FUERZA, si es necesario. Frente a esta promesa zapatista, los
mosiehualte se organizaron y se integraron a la lucha armada contra el gobierno
de madero y los hacendados. En Tetelcingo, Don Pioquinto Gadea, le tocó organizar
a los mosiehualte, en 1911. Los indios mosiehualte ejecutaron la primera
acción: certificaron, ante el Archivo Público de la Nación, los TÍTULOS
PRIMORDIALES o Cédula real, que ampara la propiedad indígena de Tetelcingo y
enseguida se alistaron a la lucha revolucionaria.
Lamentablemente, hermanos y
hermanas mosiehualte, en abril de 1919, Zapata es cobardemente asesinado, por
órdenes de Venustiano Carranza, pero los mosiehualte continuaron su lucha para recuperar
su territorio. Para 1919, Zapata era un
líder campesino de miles de personas campesinas e indias desposeídas, se había
convertido en un factor de inestabilidad para el gobierno de Carranza. Por
ello, ese mismo año, comisionó al general Pablo González para exterminar a los
insurgentes en el estado de Morelos. González comisionó a Jesús María Guajardo para
aniquilar al líder revolucionario del sur. Guajardo era un norteño blanco y
racista y sentía un odio enfermizo por la “indiada” y quería exterminarla.[3] El asesinato,
se llevó a cabo el 10 de abril de 1919, en Chinameca, Morelos. El cobarde
asesinato de Zapata fue un golpe muy fuerte para los campesinos, para todos los
indios zapatistas. Sin embargo, los MOSIEHUALTE, no se doblegaron ante el artero
crimen. Al año siguiente, en 1920, siguieron
con la lucha de RESTITUCIÓN de la tierra. Organizados en Asamblea, solicitaron,
ante el Presidente interino de la república, Adolfo de la Huerta, la
recuperación del territorio. Y este es el objetivo de esta carta: compartirles
el pensamiento revolucionario de los mosiehualte. El documento que aquí les
comparto, forma parte del archivo del Registro agrario nacional. Va pues el
documento: [4]
“Ciudadano
gobernador provisional del Estado libre y soberano de Morelos.
Presente.
Los que suscribimos mayores de
edad y vecinos del poblado de Tetelcingo, por nuestro propio derecho y en
representación de nuestros convecinos, ante usted, de la manera más respetuosa,
pasamos a manifestar: que es público y notorio el estado de miseria en que nos
colocaron los movimientos convulsivos de la Revolución y conocemos bien que
esto era preciso para aquilatar esta nueva Obra de reconstrucción, en beneficio
de las clases desheredadas y oprimidas por unos cuantos terratenientes que se
habían absorbido las fuentes de riqueza nacional, más ahora que vemos asomar la
Aurora de nuestras futuras esperanzas, y el activo empeño del actual
gobernador, en concordancia con el señor Presidente de la República, Adolfo de
la Huerta, en cumplimentar las promesas hechas por la Revolución Suriana
encabezada por el Señor General Emiliano Zapata, venimos ante
usted, señor gobernador, a exponer sucintamente nuestras justas quejas. El suelo de nuestro pueblo es por naturaleza
seco y reducido en su perímetro, por las Haciendas de Casasano, Santa Inés y
Cuahuixtla, carecemos de tierras de labor, de temporal y riego, aunque en el
pueblo en sus títulos abarca una gran extensión, según la Real cédula que lo
ampara… Además, el año próximo pasado, la necesidad de sembrar, nos obligó a
pedir tierras para el efecto, a la citada Hacienda de Casasano y ésta nos cobró
por renta las tres cuartas partes, dejándonos por gastos y trabajo personal de
labor, sólo una cuarte parte. Gravamen que nos ha desalentado volver a sembrar.
Esta injusta medida la ha tomado el dueño de la Hacienda, para que obligados
nosotros por la falta de pan, necesario para nuestras familias, nos coloque en el
número de esclavos de sus trabajos, que en mayor escala emprende, robándonos
así el sudor de nuestra frente, por un reducido jornal.
En esta virtud, hoy que hemos
visto publicado el Decreto No. 5, expedido por usted, en fecha de septiembre
próximo pasado y haciendo uso de su artículo 1° y con las formalidades que
establece el artículo 6° del mismo Decreto, venimos a pedir a Usted, Señor
Gobernador, que sin perjuicio de la extensión de terrenos que detallan nuestros
título y mientras queda en completo vigor la Ley agraria, atentas las razones
que dejamos expuestas y más con su abnegado propósito de proteger a los
oprimidos, se sirva dotarnos de la tierra necesaria para el cultivo de temporal
y riego, que el pueblo de Tetelcingo necesita y con esto levantar a una raya indigna
que siempre ha sufrido la esclavitud de las haciendas que la oprimen. A mayor
abundamiento y para recto criterio del gobierno de su digno cargo, acompañamos
el padrón que forma el vecindario de Tetelcingo y por él se verá la imperiosa
necesidad de nuestra súplica.
Por tanto:
A Usted suplicamos se sirva
acordar de conformidad con nuestra petición, por ser un acto de verdadera
justica.
Tetelcingo, octubre 12 de 1920.
(Firman:) Refugio Rodríguez, Nicolás
Balón, Antonio Casasanero, Juan Galicia, Antonio Tapia, Juan Gadea, Manuel
Tapia, José Zapotitla, Antonio Zavala, Emanuel Pineda, Manuel Cherón, Marcelino
Cera, Manuel Tecolote, Ignacio Casasanero, Martín Tecolote, Manuel Tenango,
Juan Tepina, Manuel Jacinto, (entre otras firmas).”
Este documento es crucial para la
historia de Tetelcingo, porque inicia el proceso de RESTITUCIÓN “parcial”
de las tierras que hoy posee Tetelcingo y que NO son de Cuautla, como afirma el
presidente municipal, Rodrigo Arredondo. La primera DOTACIÓN de 1924
y la segunda de 1938 instituyeron, legalmente, el actual territorio de Tetelcingo. En la dotación, el gobierno federal consideró válidos los Títulos primordiales o Cédula real de los indígenas teteltsincas. Así, el actual territorio es producto de
la lucha armada de los mosiehualte. Zapata advirtió al inicio de la revolución:
LAS TIERRAS DEBEN SER DEVUELTAS A LOS PUEBLOS, POR LA FUERZA, SI ES NECESARIO.
Y bien, hermanos, el documento deja
entrever que los mosiehualte revolucionarios eran esclavos de la Hacienda de
Casasano y que, a pesar de la muerte de su líder y que los hacendados se
fortalecieron, los mosiehualte no se doblaron, no se doblegaron, siguieron la
lucha hasta recuperar el territorio en 1920-1924. Destaco esta parte, porque
hoy, no demandamos la RESTITUCIÓN, sino algo más simple, la DEFENSA del territorio y el autogobierno. Además, no olvidemos que en ese momento, la lectura y escritura estaba ausente en Tetelcingo y casi todo México. Aún así, indios y campesinos se levantaron contra el gobierno traidor de Madero y siguieron el mejor ideal revolucionario, el que transformaría el país, el México que hoy tenemos. Hoy, la mayoría de la población mosiehualte sabe leer y escribir, muchos son
profesionistas y, sin embargo, nos mostramos ajenos a esta gran abra política de
nuestros tatarabuelos revolucionarios. Por ello, considero que es legítimo aspirar
a un cargo político, a emplearse en la burocracia administrativa del Municipio
de Cuautla, pero no debemos olvidar el fondo, la demanda histórica y central de
nuestro pueblo: que consiste en la defensa del territorio. La defensa
territorial, sólo puede refrendarse en la construcción del Municipio indígena libre. La tarea no es fácil, porque
así como los mosiehualte revolucionarios enfrentaron al gobierno de Madero y los
hacendados, hoy, nos toca enfrentar a los políticos arribistas y oportunistas,
vulgares y ambiciosos (Raúl Tadeo Nava, María Paola Cruz Torres y el actual
presidente municipal de Cuautla, Rodrigo Arredondo López), empresarios rapases,
entre otros, que impiden, por todas los medios, la municipalización del pueblo, negando la posibilidad que los mosiehualte vivan de manera digna, humana y felices.
Hermanos y hermanas, la lucha
política en Tetelcingo no termina con la aspiración a dirigir una planilla política,
ocupar el puesto de Delegado político o ser empleado del Presidente Municipal de
Cuautla y padecer humillaciones de todo tipo. La aspiración política
mosiehualte va más allá: consiste en recuperar el TERRITORIO, a través de la
municipalización, para tener una autonomía política, económica, cultural,
comercial, etc. La municipalización indígena nos hará libres. No olvidemos que
la figura de Delegación política fue un invento malicioso del Gobernador Lauro
Ortega (1982-1988), para “tranquilizar” la rebelión de los indios teteltsincas
que impidieron la instalación del aeropuerto en su territorio y que demandaron,
al mismo tiempo, la municipalización. Sin embargo, el gobernador nos dio gato por liebre.
Nos dio una supuesta independencia política, pero jurídicamente, Tetelcingo es
una colonia del Municipio de Cuautla. Además, la Delegación política no
significa nada en términos de política pública, ni en materia económica. Es un
florero en la mesa política. Los indios de ahora, hemos vivido en esa trampa,
hemos sido engañados, burlados. Entonces, la lucha política de fondo, no es por
el cargo de Delegado o la dirección de una planilla, sino por la construcción del
MUNICIPIO INDÍGENA.
Mosiehualte: por todo lo anterior, considero,
que debemos pensar en la Asamblea General del pueblo, como una estrategia de
lucha política. Debemos valorarla como tribuna suprema de nuestro pueblo,
como el espacio donde caben todas las voces y donde se puede definir colectivamente,
el nuevo rumbo de Tetelcingo LIBRE. Es importante, que vayamos instituyendo una
Asamblea General permanente, que podrá terminar hasta que se instalé el primer
Presidente Municipal indígena y su Consejo o Cabildo. Emulando al Señor General de la Revolución del sur y a nuestros tatarabuelos revolucionarios, hoy, la demanda ya no es la RESTITUCIÓN, sino el MUNICIPIO: El autogobierno y el territorio deben regresar a manos de los mosiehualte, por la FUERZA, si es necesario. Hacemos un llamado a la
reflexión, para estar atentos en la próxima Asamblea del Congreso del estado de
Morelos, que aprobará (o no), la Consulta indígena previa para la creación del Municipio
indígena de Tetelcingo. No olvidemos el ejemplo de los mosiehualte
revolucionarios: debemos rechazar o destruir el estado de MISERIA y ESCLAVITUD (hoy, hablaríamos de SEMIESCLAVITUD) en que han sometido a Tetelcingo, los patrones, los dominantes, los explotadores, los políticos corruptos de Cuautla, el estado y el país. TODOS Y TODAS EN LA DEFENSA DEL TERRITORIO, TODOS Y TODAS POR
UN MUNICPIO LIBRE INDÍGENA. Ma mochihua ijquehuo, ijquehuo mamotequepanu. No tata tona...
Ma nepanu, mosiehualte. Manebeya. Sotiepa
titotasque.
Tlascomate.
Erniesto Xiela Tetla.