lunes, 27 de noviembre de 2017

Autonomía política indígena desde arriba

Ernesto Cera Tecla

El Poder ejecutivo del estado de Morelos, Graco Ramírez, no defraudó a los pueblos indígenas, incluso fue más lejos: concretó la municipalización respetando el territorio de cada pueblo. Su labor ejecutiva para Tetelcingo es particular. En Cuautla, los poderes fácticos y formales se han opuesto a la municipalización del pueblo indígena. Los argumentos de éstos se construyen siempre en la negación sistemática del OTRO, en otras palabras, niegan la municipalización bajo fundamentos racistas y clasistas.  Frente al racismo, el gobernador ha refrendado, desde arriba, la autonomía del pueblo mosiehual.   Pero ¿por qué el gobernador abraza la demanda histórica de los pueblos indios de Morelos? ¿Por qué refrenda la autonomía indígena en Tetelcingo? El gobernador sabe que los indios de Tetelcingo no tienen una organización política sólida para construir la autonomía desde abajo. Sabe que los promotores o, mejor dicho, sus aliados son los mismos caciques indígenas[1] que han personalizado la escasa res pública. Entonces, ¿por qué refrenda la municipalización de Tetelcingo? ¿Porque es un gobernador paternalista?  

La municipalización del pueblo de Tetelcingo se ha construido desde arriba. Sensible al goce de los derechos de los pueblos indígenas, el gobernador Graco Ramírez envió, en 2014, la Iniciativa de ley al Congreso del estado para la creación de cuatro municipios indígenas. De inmediato, algunos representantes populares, diputados locales y presidentes municipales, por ejemplo, Manuel Tablas, Tadeo Nava, entre otros, se pronunciaron en contra. Argumentaron que los indios ni siquiera podían gobernarse a sí mismos, por lo tanto, era ridículo otorgarles autonomía política mediante la municipalización. Por encima de esos prejuicios políticos,  el Poder legislativo aprobó, en junio de 2016, la reforma al artículo 40 constitucional del estado para la creación de los municipios indígenas. Graco avanzó. Ante el avance de la Iniciativa, el presidente municipal de Cuautla, Tadeo Nava, convenció al Comité pro municipio para que el pueblo mosiehuale se municipalizara sólo con seis  colonias donde, según él: “sí había indios puros” (Véase, El Sol de Cuautla, 11-11-2017, en: https://bit.ly/3Xg5WGn), Sin embargo, en noviembre de 2017, Graco se impuso nuevamente: Tetelcingo fue decretado municipio junto con su territorio. En definitiva, la municipalización indígena es, sobre todo, resultado de la voluntad política del gobernador del estado. La autonomía política tetelcinga es una construcción desde arriba.

Cuautla tiene poderes fácticos y formales conscientemente racistas. El racismo es el complejo de superioridad. El racismo de los poderes en Cuautla no tiene como objeto a un hombre en particular, como ha reiterado Tadeo Nava, sino una forma de ser, una forma cultural. Los poderes rechazan, en realidad, la cultura, la manera de existir de los indios. El racismo no es una práctica individual, no es un comportamiento aislado del poder cuautlense, acomplejado de superioridad, sino es un elemento cultural, es una cultura del poder con racismo, una cultura racista que niega la existencia de una cultura diferente. La cultura racista del poder de Cuautla, producida y reproducida por los medios de comunicación, las instituciones culturales, políticas, entre otros, tiene una perfecta adecuación con las relaciones de explotación económica y las formas de dominación política de los indios tetelcingas. La cultura racista del poder de  Cuautla es la ideología que ha hecho natural el despojo del territorio y la explotación de la mano de obra barata de los indios. La cultura racista del poder de Cuautla es nociva para los indios dominados como para los dominantes. En suma, la cultura producida y reproducida por el poder de Cuautla es completamente racista y legitima las relaciones de explotación económica y dominación política.

En la municipalización de los pueblos indígenas, Graco aparece como el defensor y protector de los indios.  Maquiavelo decía que el fin justifica a los medios. Poco importa si la municipalización se construyó desde arriba o desde abajo. Pero sí importa cuando un poder se quiere reproducir de manera paternalista. El paternalismo es la actitud de una persona en el poder que supuestamente protege o defiende los derechos de un pueblo de manera desinteresada, pero que subrepticiamente impone una tutela o una dominación. El paternalismo político en Tetelcingo puede desarrollarse fácilmente con los caciques indígenas. El gobernador encontraría un terreno propicio para erigirse como tutor o protector. Que al final, dejaría en entredicho la autonomía política. Pero la instalación de una política paternalista yo no es problema del gobernador, ni tampoco de los caciques indígenas, sino de los indios y no indios honestos que tengan el  interés de la construcción de una democracia desde abajo y el disfrute del interés común.  La municipalización de Tetelcingo debe caminar sin caciques, sin indios que confunden la cosa pública con la cosa privada. En resumen, Graco es, ahora, protector de los indios. Los habitantes indígenas y no indígenas del territorio mosiehuale tienen un gran reto.









[1] Caciques indígenas son aquellos indios de Tetelcingo que hacen el rol de Delegado político, ayudantes de las colonias del poblado, líderes de maestros indígenas, burócratas indios del municipio de Cuautla, líderes indígenas de taxis, entre otros. Éstos se disinguen porque sólo satisfacen sus interese personales y de grupo. Manejan a discreción plazas de maestros indígenas, el lucro de campos deportivos, el cobro de estacionamietos públicos, placas de trasporte público, entre otros. Todo a nombre de la "indianidad", aunque están, en realidad, más desidianizados que otra persona común del pueblo mosiehuale.