viernes, 22 de abril de 2022

 

El Municipio mexicano

Ernesto Cera Tecla

 

El 20 de abril de 2022, el Pleno del H. Congreso de Morelos, solicito al Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (IMPEPAC), realice la CONSULTA INDÍGENA PREVIA, para la creación del Municipio indígena en Tetelcingo. Si el resultado es SÍ al Municipio, entonces, Tetelcingo sería declarado Municipio indígena por el Poder constituido local. Por esta razón, consideramos importante que los mosiehualte e indígenas inmigrantes, asentados en el territorio, conozcan el origen y función del Municipio libre en México.

 

El municipio en España

En España el municipio llegó con la conquista romana (régimen edicilio). Al tomar el poder el catolicismo, los españoles  dotaron al Municipio sus características propias: las comunidades eclesiásticas fueron organizadas en parroquias. Además, los reyes crearon villas o ciudades emergentes (Fuero municipal) para recompensar a sus soldados que combatieron a los árabes. Entre las figuras del Municipio español destacan: Concilium o Asamblea Judicial, Jueces o Justicias, Judex, y Alcaldes.  Durante la época romana y española, el municipio fue instrumento de control económico, político y social. En el 2022, el municipio cumple la misma función: permite el control del poder económico, político y social de su territorio.[1] En definitiva, el municipio es una institución romana (Edicilio), retroalimentado por la tradición árabe con la figura de Alcalde y por la tradición española (Concilium) y sirve para administrar la economía, la política y la sociedad en un territorio.

 

El municipio mexicano

En México, el municipio se instaura después de la conquista. En 1519, Hernán Cortés, el “gentil corsario”, el “alzado”,  fundó el primer municipio de México en la Villa Rica (hoy Veracruz), jurisdicción del imperio azteca.[2]  Para el gobernador de Cuba, Diego de Valázquez, Cortés partió de Cuba, el 18 de noviembre de 1518,  como un ALZADO, un rebelde in potentia.    De aquí se entiende que la partida de Cortés no estuvo fundada en el derecho castellano. Cortés fue un transgresor de las leyes de Castilla, un delincuente que fundó el primer municipio en la Villa Rica, en jurisdicción azteca. Para 1519, la jurisdicción de la Corona española, comprendía: Santo Domingo, entre otras islas. De lo anterior, se sigue que Cortés llegó a la Villa Rica o territorio azteca como “alzado” y “extranjero". Bajo ese estatus jurídico (alzado y extranjero) fundó la primera comunidad de españoles autónomos de la Corona española, es decir, el primer municipio libre en el país. Hoy día, la historia oficial reconoce al DELINCUENTE como el creador del MUNICPIO LIBRE en México.[3] En sentido contrario, el Estado mexicano se niega a reconocer la autonomía del pueblo indígena de Tetelcingo, aun cuando habita su territorio desde el año 900 de nuestra era y que ha cubierto los requisitos constitucionales para erigirse en Municipio indígena. En suma, el Estado mexicano legitima el autogobierno de los INVASORES españoles, pero ignora el derecho iusnaturalista y positivo que tiene el pueblo originario de Tetelcingo a autogobernarse.




Después de la caída de Tenochtitlan, el Municipio cortesiano se fortaleció. El municipio fundado por Cortés en Veracruz, pasó a constituir la base de dominación del Imperio Español y la Nueva España.  En la fundación de otros municipios, se consideraron las estructuras nativas de división territorial como el fundamento para la constitución de las nuevas entidades administrativas. La división territorial y administración gubernamental confluyeron en el mismo sentido. Así, se instauraron otros municipios y las Repúblicas de indios. En Coyoacán se fundó el segundo municipio y en Tetelcingo se erigió la República de indios, es decir, el territorio y autogobierno tetelcinga fueron reconocidos por la Corona española.  En fin, el municipio mexicano  se retroalimentó de elementos indígenas y elementos españoles.

 

En la primera mitad del siglo XVI, la organización de los ayuntamientos se realizó a partir de la división territorial de los anteriores señoríos aztecas. Al paso del tiempo, la división se organizó con base en las Provincias, integradas por las principales ciudades denominadas Cabeceras o Alcaldías Mayores, y en ellas funcionaba un Cabildo. Paralelamente, a los Cabildos indígenas se les llamó República de indios para diferenciarlos de los Cabildos españoles.  Las Repúblicas de indios recaudaban y entregaban tributos a los conquistadores, distribuían el trabajo agrícola y constituyeron el centro de difusión para la evangelización.   Los cabildos de españoles aprovecharon la antigua división territorial del calpulli indígena para constituir los nuevos Ayuntamientos, sirviéndose de algunas formas de organización intermedia como la encomienda o las reparticiones.

 

Al finalizar el siglo XVIII, las colonias americanas pertenecientes al Imperio Español, comenzaron a debilitarse por la agitación del pensamiento ilustrado, inspirada en la Revolución Francesa. En el siglo XIX, México quedó dividido entre liberales y conservadores, los primeros eligieron el camino del federalismo como forma de gobierno; los segundos, los conservadores, optaron por el Centralismo, similar a la tradición de las monarquías europeas. Por esta pugna política, el municipio (como entidades territoriales) y las Repúblicas de indios se suspendieron. Sin embargo, el Municipio se reinstaura hasta el proyecto constitucional federal de 1857. En resumen, el municipio (como órgano local y entidad territorial) renace con la Constitución federal de 1857, pero la República de indios deja de existir.

 

Después de 1857, la precaria estabilidad, cedió el paso a la dictadura porfirista. En el porfiriato, el país se organizó en torno a la Constitución Federal de 1857, misma que hacía referencia a la existencia de los municipios. Los gobernadores nombraban directamente a las autoridades municipales mediante la creación de las denominadas "Jefaturas políticas".  Más tarde, el movimiento armado de 1910 trajo consigo la libertad municipal. Y en la Tercera república se consagra la estructura interna del Municipio Mexicano, en el artículo 115 constitucional. Luego entonces, el municipio mexicano se institucionalizó en la Constitución federal de 1917: se erigieron las figuras de Presidente Municipal, Síndicos y Regidores.

 

En general, se puede decir que el municipio mexicano actual es una institución legal y legítima. Esto significa que el municipio mexicano es reconocido como el órgano que ejerce el control político, económico y social en su territorio.  Del mismo modo, los pueblos indios que en su momento fueron Repúblicas de indios, también deben ser reconocidos como municipios indígenas que se administran así mismos.  Tetelcingo debe erigirse en Municipio indígena, debe tener su propio autogobierno para tener en sus manos el CONTROL ECONÓMICO, POLÍTICO Y SOCIAL DE SU TERRITORIO.

 

Y OPINAMOS QUE: el autogobierno y el territorio deben regresar a  manos de los mosiehualte, por la FUERZA, si es necesario. ¡OXO UO AYEKMO QUIEMA¡ ¡TEBE! ¡TIABE! ¡TEJUANTEMACASPAMPAYEJUATLAJTLACULE: QUIXTIONO, CACHOPI, XENULA!

 



[1] Cfr. Véase, Instituto de Investigaciones Legislativas del Senado de la República. El Municipio Mexicano. LVIII Legislatura,  México.  Consultado el 09 de abril de 2022 de  http://bit.ly/2gPFDCe

[2] El cronista Fray Bartolomé de las Casas describe a Cortés como un “gentil corsario”, porque así se lo dijo el propio Cortés en las Cortes de Monzón, en 1542. El gobernador de Cuba, Diego de Velázquez, le llamó, jurídicamente, ALZADO, porque quebrantó el derecho público que regulaba las capitulaciones (para “descubrir”, “buscar náufragos””, “rescatar”)  de la expedición a “Culúa” (México), firmados el 23 de octubre de 1518.  

[3] Véase, Cámara de diputados. 500 años del municipio en México. Consultado el 04 de abril de 2022 de https://bit.ly/3sRJWFI

miércoles, 20 de abril de 2022

 

Teteltsincu, a 20 de abril de 2022.

 

Na: Erniesto Xiela Tetla.

 

Nemejuantsetsi: Nogiente, ica  tejuo, ica mosiehualte.

 

Tlocame biebemosiehualte  noinijte, netlajcuilohua yepa tetlatlajtusque uo te cunis, muoesque sa sie sente.  Ye imani.

 

Hermanos y hermanos MOSIEHUALTE, les escribo para retroalimentar la información que, seguramente, ya conocen. Hace un par de horas, el PLENO del H. Congreso del Estado de Morelos, tomó una decisión histórica, una resolución de JUSTICIA POLÍTICA: ha aprobado el Proyecto de ACUERDO de las Comisiones unidas  del mismo Congreso que,  SOLICITA (06-04-2022) al Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (IMPEPAC), lleve a cabo la “consulta indígena previa para la creación del Municipio Indígena de Tetelcingo, Morelos”, para cumplir con el VEREDICTO de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en la Controversia constitucional 30/2018 (Véase, ¡Mosiehualte, tiabe! ¡Mosiehualte, tebe!, en: https://bit.ly/36AyR38).

 

Dice el comunicado del H. Congreso de Morelos: “Avala Pleno, por unanimidad, dictamen que da cumplimiento a resolución dictada por la SCJN en la Controversia Constitucional 30/2018. El Pleno del Congreso del estado aprobó por unanimidad, el dictamen presentado por las y los integrantes de las Comisiones Unidas de Gobernación y Gran Jurado, y de Fortalecimiento Municipal, Desarrollo Regional y Pueblos Indígenas, por el cual se requiere al Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (Impepac), la realización de una consulta indígena previa para la creación del municipio indígena de Tetelcingo.”[1] En consecuencia, LA CONSULTA INDÍGENA EN TETELCINGO, ¡VA! ¡XOMO NOSO!

 

Hermanos y hermanas mosiehualte, la resolución del Pleno del Congreso de Morelos es de mucha trascendencia, importancia, porque con esta CONSULTA INDÍGENA, el pueblo teteltsinca estaría cubriendo el último requisito constitucional para ser declarado MUNICIPIO INDÍGENA, por el mismo Congreso de la entidad. Por tal razón, todos y todas los mosiehualte debemos participar para que dicha CONSULTA se desarrolle bajo los principios establecidos por la SCJN: “PREVIA, CULTURALMENTE ADECUADA E INFORMADA” (en otro texto, explicaremos el significado de estos principios). Debemos vigilar que el IMPEPAC desarrolle un trabajo profesional y también debemos vigilar que ningún evento político premeditado obstaculice el proceso de Consulta indígena. En caso, que se presentara un evento que interrumpa el proceso, se debería INSTALAR la ASAMBLEA GENERAL PERMANENTE DEL POBLADO, que terminaría hasta que se instale al Primer presidente indígena de Tetelcingo.

 

Hermanos y hermanas, el territorio y el autogobierno (municipio libre) en Tetelcingo, deben regresar a las manos de los MOSIEHUALTE, a la FUERZA, si es necesario. Tal y como pensaban los padres de nuestros abuelos mosiehualte. El autogobierno debe regresar a las manos de los mosiehualte, porque Tetelcingo ya había sido un pueblo LIBRE. Esto fue así en los primeros años de la época colonial: Tetelcingo fue República de indios, es decir, un pueblo de gobierno autónomo. La institución República de indios fue suprimida en los primero años del siglo XIX, al reemplazar las Leyes de indias, por el derecho Constitucional español. Por ello, el territorio y el autogobierno debe regresar al pueblo MOSIEHUALTE, a la FUERZA, si es necesario. Ma mochihua ijquehuo, ijquehuo mamotequepanu. No tata tona...

 

Oxo, ma nepanu, mosiehualte. Manebeya. Sotiepa titotasque.

 

Tlascomate.

 

Erniesto Xiela Tetla.

 

 



[1] Cfr.H. Congreso del estado de Morelos. Aprueban Pleno del Congreso requerir al IMPEPAC que realice consulta para crear el municipio de Tetelcingo. Consultado el 20 de abril de 2022 de  https://bit.ly/3vuNnC0

martes, 19 de abril de 2022

 

Estimados ciberlectores, les comparto una historia antigua que recuperé hace 35 años, en el pueblo mosiehual de Tetelcingo, Morelos. El señor Ru Jusie Tezoquetl Xucheme (Don José Barro Flores) comparte esta historia. El registro se hizo en lengua mosiehualcupa. El cuento es relevante, porque alude a elementos simbólicos del territorio mosiehual. La historia es de Ru Jusie, la narración es nuestra.  Gracias.

 

 

“Palo de flores”

 

Erniesto Xiela Tetla

(Ernesto Cera Tecla)

 

Hace muchos fuegos nuevos, hubo en el tlajtocayotl (ciudad) de Huoxtepiek (“Lugar de huajes”, hoy Oaxtepec, Morelos), un tlajtohuone (gobernante) de nombre Cucutetzi (Tortolita) que tenía dos hijas, una  de nombre Quetzalsohuotl (Mujer hermosa) y la otra, Otzintzin (Aguita).

 

En el palacio de Huoxtepiek, Quetzalsohuotl y Otzintzin tenían una vida llena de comodidades. Disfrutaban de los mejores tlatloyos, memelas, tlaxcales, atolocates, quintoniles, papatlas… Las mejores bebidas exóticas: atole de jitomate, huamuchil, de masa; champurrado. No se diga de los insectos: chapulines, chumiles y otros. No les faltaban los postres: pinole, calabaza de dulce, camotes (amarillo, blanco y morado), tlolcacahuatl… Siempre degustaban de todo. Siempre hacían lo que querían. Pero un día de luna llena, el ocio trastocó sus pensamientos y decidieron salir de la comarca, sin el consentimiento de su padre.  Ese día, los rayos del sol se esparcían por todos los rincones del reino. Se prepararon y salieron de su palacio. Caminaron sin dirección. Se detuvieron en el primer pueblo, en Xochitencu y disfrutaron los jardines de las flores más variadas y contemplaron los frutos de los grandes huertos.   

 

Más tarde, siguieron caminando y llegaron al pueblo de Xuchimilcatzincu (“Atrás de los cultivos de flores”). El lugar era mágico: los manantiales hacían ríos de agua, los pájaros graznaban en parvada, a cada instante; el aroma de las plantas y las flores se esparcían en  los lugares más infinitos. El paraje era la cuna del sol brillante. Para gozar mejor el lugar, Quetzalsohuotl y Otzintzin se separaron. La primera se fue hacia el norte y la segunda, hacia el medio día. Otzintzin tenía 15 años, llevaba trenzado el cabello de noche, portaba una falda (chincuete) y un cotón (huipil), ambos del color del tlaxcale. El chincuete lo sostenía con una puoxanona (faja) de arcoíris. Los huaraches de piel de venado embalsamaban sus pies. Otzintzin se detenía a cada instante. Interiorizaba las cosas que veía y sentía. De tanto placer en sus ojos, no se dio cuenta que la tarde caía sobre la espalda de las montañas. De pronto, algo la paralizó. La detuvo la belleza de una flor llamada hueloxuchetl o “flor de cabellito”, pero no de árbol, sino de planta. Era un hueloxuchetl hecho de algodón. Tenía el color de la sal y era suave como el cabello del elote.  Otzintzin quedó pasmada. Sus ojos brillaron de alegría y felicidad. Tomó la flor y la guardó en su pecho, bajo el cotón (huipil). El ocaso empezó a mirarla sin discreción y decidió regresar a casa.

 

                                        No tatsi: Ru Alfonso Xiela Teculutl (Jiménez).

En su palacio, Otzintzin se quitó la puoxonona (faja), el chincuete (faldita) y el cotón (huipil), para recuperar el hueloxuchetl de algodón, su mayor reliquia, pero no encontró nada. La flor de algodón había desaparecido. Otzintzin no supo que había pasado. No le dio mucha importancia. Los días, las semanas, los meses pasaron. Después de tres meses, Otzintzin se dio cuenta que estaba embarazada. Día tras día crecía su embarazo. Entonces, se preocupó. No encontraba una explicación racional. Su papá, el tlajtohuone Cucutetzi se enteró del hecho y tomó cartas en el asunto. Decidió casar a su hija, antes que los nahuatecos  de la ciudad se enteraran del embarazo. Para ello, ordenó a su comandante militar forrara un palo (morillo) de flores a punto de brotar. Determinó que aquél que abrazara el “Palo de flores” y haga brotarlas, ese  casaría o llevaría a Otzintzin. También le pidió que hicieran pública la invitación para que los jóvenes participen en el ritual de cortejo de la hija del Rey. Así pasó, así se hizo.

 

Un día después de la invitación, llegaron muchos pretendientes que querían casarse con la hija del Rey. Participaron jóvenes de varios pueblos: Huazulco, Tepalcingo, Temoac, Amilcingo, Axochiapan, etc. Llevaron las mejores mazorcas, el mejor maíz, el cacao más aromático, los más ricos cacahuates y camotes, los mejores dulces de ajonjolí, las más deliciosas palanquetas. Pero los pretendientes abrazaban el Palo y no brotaban las flores. Llegaban otros y otros nahuatlatos y no pasaba nada. No había quién hiciera brotar las flores. El tiempo no se detenía, caminaba de manera circular, sin detenerse.

 

Al otro día, el nahual mayor de Teteltzincu (“El pedregalito”), una estancia de Huoxtepiek, anunció el mensaje que leyó del firmamento. Los mosiehualte no sabían qué, pero algo iba a pasar. Ese mismo día, hasta llovió agua de culebra en el pueblo. El agua corría por las calles como si hubieran abierto las puertas del mar.  Los torrentes de agua se fueron debilitando, poco a poco. La lluvia fue pasajera. Luego de la tormenta, en una casa de chinamil (tallo de la milpa), Choletzi preparaba su chiquihuite para vender sus tortillas en el tianguis de Cuojtlo (“Lugar de arboles”, hoy Cuautla). Y antes de irse, le dijo a su hijo Tetlatzi, un joven de 17 años:  “IXO, AMO TE QUISAS, INU TLAJTOHUONE CUCUTETSI QUEPEA ICHPUX UO QUENEQUE QUENOMEKTIS, CACHI INU SOHUOCUNETSI YE USTLE. ¿QUIENE? AMO, AMO TE QUISA, UNCO XEYE..." "Hijo, no salgas, porque el Rey Cucutetzi quiere casar a su hija y ya está embarazada. ¿Cómo? No, no salgas. Aquí debes estar.”  Anunciada esta advertencia, Choletzi se fue a vender sus tortillas.

 

Pasando el medio día, Tetlatzin se puso a organizar la leña tirada en el patio. Sin querer, recordó  las palabras de su madre. Se percató que un grupo de guerreros del Rey Cucutetzi  pasaba junto al tecorral de su casa. Se escondió tras el muro de piedras e intentó vigilarlos. Escuchó que un guerrero dijo al otro:

 

-¡Espera! ¡Detente! Vi a un muchacho en esa casa-y señaló la casa de Tetlatzin.

 

Se detuvieron. Vieron al joven mosiehual y sin mediar palabra alguna, entraron a la casa y detuvieron a Tetlatzin. Fue conducido a probar suerte a Huoxtepiek. Al llegar a la ciudad, los soldados le dijeron al tlajtohuone:

 

-Señor, gran señor Cucutetzi, encontramos a este muchacho en el pueblo de Teteltzincu.

 

-Bien. Que pase y que abrace el "Palo de flores"- respondió el Rey.

 

Consternado, Tetlatzi acató la indicación. Pasó a probar suerte. Con sus brazos del color de la tierra abrazó el “Palo de flores”. Y enseguida, las flores empezaron a brotar, a florecer.

 

-Es tu suerte, mosiehual. Te casarás con mi hija Otzintzin-dijo eufórico el tlajtohuone.

 

-Tómala y llévatela. Pero en esta ciudad de Huoxtepiek no pueden vivir, tampoco en Xochimilcatzincu ni en Teteltzincu. Deben irse a otra ciudad, fuera de mi reino, lejos de aquí. Deben buscar otras tierras, otro destino-repuso del Rey.

 

Así, Tetlatzi, el nuevo esposo de Otzintzin, salió del palacio del Rey y regresó a casa. Su madre ya había regresado del tianguis. No tuvo tiempo darle una explicación. Choletzi, al ver a su hijo con la hija del Rey, le dijo:

 

-Te dije que no salieras, pero no escuchaste, eres como un chechetu (perro), un verdadero chechetlacamozote (perro rabioso). Ahora, no pueden quedarse aquí. Tomen sus cosas y márchense. Vayan a cumplir su destino a otras tierras.

 

Y así pasó, Tetlatzi de Teteltzincu se casó con la hija del Rey de Huoxtepiek. Juntos recorrieron el mundo, hasta que apareció el quinto sol.