Delegación política de Tetelcingo
(Parte I)
Ernesto Cera Tecla
La Delegación política de Tetelcingo, Morelos, es una institución
político-administrativa, creada, en los años ochenta del siglo pasado, por el
gobierno del estado de Morelos. Respecto a la naturaleza y función de esta institución
hay poca claridad, tanto administrativa, como política. Para algunos líderes
indios, la Delegación política es una institución que depende del gobierno del
estado; para otros, es una especie de gobierno semi autónomo en el marco del
Municipio, “un paso, para la municipalización”; para el gobierno municipal de
Cuautla, no es más que una ayudantía o institución auxiliar. En nuestro caso,
consideramos que la Delegación política es una cuasi institución política creada
para conseguir dos objetivos políticos: a) dividir al pueblo de Tetelcingo y b)
perpetuar las formas de dominación, sujeción y explotación de los indios mosiehualte.
Veamos sus antecedentes, origen, desarrollo, permanencia y su conversión como
estrategia política de dominación.
Antecedentes
A finales de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado, México
vivía una de las etapas más difíciles de la historia del siglo XX: el “milagro mexicano” se había desquebrajado y el sistema político autoritario se había
agotado. El crecimiento económico experimentado durante tres décadas (del
6% de los cuarenta al sesenta), sólo había beneficiado a las élites industrial
y agrícola comercial, no al sector mayoritario de la población.[1]
El balance económico era desolador: el grueso de la población (deciles I al
XVII), es decir, el setenta por ciento, se hizo más pobre y el diez por ciento
(decil X), más rico.[2]
La clase media (deciles VIII y IX), la más beneficiada, comenzaba a integrarse
al grupo pauperizado del setenta por ciento de la población. La distancia entre
el sector más pobres (deciles I y VII), y el más rico (decil X) se hizo más profunda.[3]
En otras palabras, mientras los grupos de indígenas, campesinos sin tierra y grupos
urbanos marginados vivían con doscientos pesos al mes, el rico lo hacía con cincuenta
mil pesos al mes. Por su parte, el balance político tampoco era alentador. La
modernización del autoritarismo era cosa del pasado. La homogeneidad ideológica
al interior del partido de Estado, la reivindicación del presidencialismo y la
política de unidad nacional, dejaban de tener sentido.[4] Luis Echeverría (1970-1976) y José López
Portillo (1976-1982) no tuvieron otra alternativa, abrieron la puerta al
proceso de democratización del país. En suma, en los años setenta y
ochenta, México estaba dividido entre una sociedad industrial y urbana (bajo el
mando de las élites) que explotaba en todas sus formas de colonialismo
interno a la sociedad campesina e indígena y, por otro, prevalecía un sistema
político autoritario, fundado en el partido de Estado (PRI), que, en su intento
de democratizar al país, perpetuó el aparato represivo del sistema.[5]
El sector agrícola padeció los peores estragos del modelo económico antes
señalado. Para los años setenta y ochenta, la agricultura se reducía a tres
tipos de tenencia de la tierra: propiedad privada de más de cinco hectáreas,
propiedad privada de menos de cinco hectáreas y los EJIDOS. Hasta ese momento, los
gobiernos priístas habían implementado el sistema de irrigación masiva, impulsaron sistemas de caminos rurales,
modificaron leyes sobre la propiedad territorial en beneficio de los
empresarios agrícolas privados, otorgó certificados de “inafectabilidad”, que
eximía a los terratenientes de más expropiaciones, entre otros. Las tres cuartas
partes de la tierra de irrigación se localizaban en el norte y noroeste del
país y más del 50% era privada. El sector agrícola privado fue el más privilegiado
por el régimen político autoritario. El sector EJIDAL o propiedad colectiva (que
poseía el 40% de toda la tierra cultivable) fue menospreciada. Aun así, este
sector producía el 36% de la producción agrícola total.[6]
En fin, el respaldo de los empresarios agrícolas privados por parte del
gobierno y no al campesino ejidal ni a los campesinos sin tierra, generó una
CRISIS AGRARIA, en todo el país.
Continuará…
Post data 1. Hasta ahora, 18 de junio de 2022, la Consulta indígena mandatada por la Suprema corte de justicia de la nación, sigue su curso, pero los líderes indígenas formales y líderes de facto, no deben confiarse, porque el IMPEPAC y las Comisiones del Congreso local están acompañando este proceso, no porque tengan voluntad y quieran que los “indios de Tetelcingo” gobiernen su propio territorio, sino porque fueron OBLIGADOS por la Justicia suprema del país. Sin contradecir lo anterior, los mosiehualte debemos acompañar el proceso con disciplina política, pero además, es necesario seguir organizándonos, no solamente a nivel de la Delegación política y sus colonias y líderes, sino también a nivel de cuadros políticos. Debemos iniciar una campaña extraoficial de información y participación. Por último, no olvidemos que el gobierno municipal de Cuautla, al mando del oportunista y vulgar político, Rodrigo Arredondo, así como el resto del Cabildo, intentarán impedir el proceso de municipalización. Pero juntos, podremos rebasar cualquier obstáculo. Tiabe, tebe, tochihuas bieye topueblo Teteltzincu. Inu Cachopi, inu Quixtiono, amo de tejuo, amo cuale itzontecu, amo queneque iyes topueblo Municipio. ¿Tlica amo quejneque? Ipampa Quixtiono queneque miacte tomi, miacte centohuo. Queneque to tlole, queneque ibitz para tomandoros. Uo tejuotzi, noche tonenemes teporubejete, tetequete miacte, noche tunale, uo abeles te tlacuos nacatl, amo te tlacuos cuale. ¿Tlica ijquehuo? ¡Ay! No nontzi, no tatzi, inu amo cuale. Cache cuale, tomacas ca inu Quixtiono que amo queneque iyes topueblo Municipio libre.
Post data 2. Además, opino que el territorio y
la autonomía deben regresar a manos de los mosiehualte, por la fuerza, si es
necesario.
[1]
Cfr. Roger Hansen. El desarrollo económico. Op. cit.
[2] Cfr.
Rubén Jaramillo. Autobiografía, Universidad campesina del Sur,
México, 2014.
[3] Carlos
Fuentes. Tiempo mexicano, Op. cit. P. 118.
[4]
Ibídem. P. 109.
[5]
Roger Hansen. El desarrollo económico, en: La política del desarrollo mexicano,
siglo XXI, México, 1971.
[6]
En los años setenta y ochenta, México experimentaba una explosión demográfica.
De los años cuarenta a los ochenta, el país pasó de 19.6 millones a 66.8
millones. El crecimiento poblacional tuvo implicaciones económicas. Cfr. ASTUDILLO,
Ursúa Pedro. Elementos de teoría económica. Porrúa, UNAM, México, 2017.
[7]
Cfr. David Ibarra. Ifigenia M., entre otros. La distribución del ingreso,
en: El perfil de México en 1980. Siglo XXI, México, 1970.
*Cfr. Velázquez, Uriel (2016). “La lucha social y política de Florencio Medrano Mederos ‘el Güero’ y la fundación de la “Colonia Proletaria Rubén Jaramillo”. [Tesis de licenciatura] Escuela Nacional de Antropología e Historia.