miércoles, 24 de mayo de 2023

 

La interdicción: ¿es constitucional en México?

Ernesto Cera Tecla

 

Introducción

En México, la declaración de interdicción convierte a las personas con discapacidad en altamente vulnerables: las despoja, en muchas ocasiones, de su derecho a actuar en sociedad y de tomar las decisiones más importantes de su vida personal y material. En consecuencia, resulta fundamental conocer los alcances y límites del procedimiento del Juicio de interdicción a través de las siguientes preguntas: ¿cómo se determina actualmente la incapacidad de un mayor de edad? ¿El procedimiento previsto se sujeta a las garantías de debido proceso más elementales? ¿El procedimiento previsto para declarar interdicto a una persona es constitucional o violatorio de derechos humanos?

 

Interdicción. Dibujo tomado de la Red.

Conceptos fundamentales

Persona: es el sujeto de derechos y obligaciones, o bien, el sujeto capaz de ejercer derechos y de cumplir obligaciones.[1] Los atributos de la persona es el conjunto de caracteres inherentes a su personalidad: nombre, domicilio, patrimonio, CAPACIDAD, entre otros.

 

Capacidad: es la aptitud del sujeto de ser titular de derechos y obligaciones, de ejercitar los primeros y contraer y cumplir las segundas de forma personal y comparecer en juicio por propio derecho.[2] La capacidad se manifiesta como goce y ejercicio. La primera es la aptitud de una persona para ser titular de derechos y obligaciones y, la segunda, es la aptitud de una persona para ejercer derechos y cumplir obligaciones por propio derecho.

 

Incapacidad, Interdicción y juicio de interdicción: Incapacidad: es la ausencia de capacidad: de goce o ejercicio; interdicción es la situación en que se encuentran los mayores de edad que por razones físicas o mentales carecen de aptitud para formar su voluntad jurídica. Por tanto, el Juicio de interdicción es el proceso judicial por el que se persigue esa restricción a la capacidad de ejercicio a una persona, en tanto que es uno de los supuestos del artículo 450 y 450 del CCDF.[3]

 

Discapacidad. Dibujo tomado de la Red.


El Juicio de interdicción

El Juicio de interdicción se lleva a cabo en los Juzgados de primera instancia, su regulación se encuentra en las disposiciones de Jurisdicción voluntaria del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal (CCDF), pero cuando existe controversia entre promoventes, el trámite se instituye en Juicio ordinario.

 

En el sistema jurídico mexicano, la Declaración de interdicción pretende la protección de la persona y los bienes del mayor de edad que ha caída en las causales establecidas en el artículo 450 frac II del CCDF, designándole un curador o un tutor. En definitiva, la interdicción es una medida que busca la protección jurídica de los incapacitados por estar expuestos a la explotación y al despojo de sus bienes.

 

En general, la incapacidad de un mayor de edad se determina por el procedimiento denominado Juicio de interdicción y la resolución llamada Sentencia de interdicción. De acuerdo con el CCDF, la vía puede ser de Jurisdicción voluntaria o, en caso contrario, por Juicio ordinario. Finalmente, es el Juzgado de primera instancia quien establece si la persona deja de existir para el derecho, es decir, si es INCAPAZ.

 

Controversia del Juicio de interdicción

De acuerdo con la SCJN, el artículo 904 del CCDF, resulta violatorio del derecho de audiencia, es decir, contraviene al artículo 14, párrafo segundo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM).[4] El artículo 904 es violatorio porque permite que se tomen determinaciones que restringen de manera absoluta la capacidad de ejercicio del incapaz. Es evidente que no se establece la obligación de darle intervención desde el inicio del procedimiento de interdicción para alegar y probar su lucidez. En suma, la norma legal citada trastoca los derechos humanos de las personas con discapacidad consagrados en el artículo 1º y 14 de la CPEUM.

 

Discapacidad. Dibujo tomado de la Red.

Grosso modo, los Códigos de procedimientos civiles del país, donde se señala el procedimiento de los juicios de interdicción, no reconocen el derecho de las personas afectadas a ser oídas en juicio.[5] Ante estos dispositivos, las personas declaradas incapaces dejan de existir para el derecho.  No obstante, después de la reforma constitucional de 20011, el desajuste entre el artículo 904 y 14 de la CPEUM pasa a otro nivel de análisis, es decir, transita al control constitucional difuso, es decir, a la necesidad de armonizar los estándares nacionales con la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y otros tratados internacionales.

 

Desde el sistema jurídico mexicano actual, resulta imperativo que los derechos humanos de las personas mayores con discapacidad, sustentados en los artículos 1º, 3º y 24 de la CPEUM y los artículos 4º, 5º, 8º y 12 de la Convención sobre derechos de las personas con discapacidad (CDPD), se sobrepongan a los procedimientos de los Juicios de interdicción que presuponen defender los derechos de los incapaces, pero que en los hechos los vulneran. En síntesis, los Juicios de interdicción de las personas mayores con discapacidad, vía ordinaria, deben desarrollarse bajo los preceptos y principios de la CPEUM y la jurisprudencia nacional y la generada por la CIEDH, así como la CDPD.

 

Conclusión

El procedimiento previsto para la interdicción jurídica es violatorio de los derechos humanos de las personas con discapacidad, porque se les niegan el derecho de audiencia, el derecho a no ser discriminados, entre otros. Los Juzgados de primera instancia tienen la obligación de garantizar el ejercicio de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad. En fin, la interdicción en México es inconstitucional.



 "Vox nostra clamantis in civitas": TETELCINGO, Municipio Libre

"Nuestra voz, no clama en el desierto,

clama en nuestro pueblo": TETELCINGO, Municipio Libre. 

 



Oxon quiema, ma mochihua, ma motequepanu. 

Ijquehuo queneque to tatzi, to nontzi. 

No tata, tona...

"Ahora sí, que se haga, que pase como es nuestra costumbre,

así lo quieren nuestros dioses: nuestra madre, nuestro padre,

¡Oh! Mi Señor Sol...".


Paco Ibañez. Yo quiero que a mi me entierren… Consultado el 24 de mayo de 2023 de https://acortartu.link/wrlmt 

 Salvador Allende. Yo quiero que a mi me entierren… Consultado el 24 de mayo de 2023 de https://acortartu.link/gb0g7



[1] Cfr. Magallon Ibarra, Mario et. al. Compendio de términos de derecho civil, México Porrúa, 2004.

[2] Cfr. Dominguez Martínez, Jorge Alfredo, Derecho civil, parte General, personas, cosas, negocios jurídico e invalidez, 9ª ed., México, Porrúa 2003.

[3] Ibídem.

[4] SCJN. Tesis, XXXI/2000, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena época, t. XI, marzo de 2000. Pág. 93.

[5] José Luis Ramos. La SCJN y la interdicción… Consultado el 24 de mayo de 2023 de https://goo.su/yEHjfh

 

martes, 23 de mayo de 2023

 

El mariachi indígena en Tetelcingo


Ernesto Cera Tecla.


El estudio del mariachi es relevante para la antropología mexicana. El análisis desde esta disciplina sobrepasa los estereotipos de la “cultura nacional”, así como los procesos de globalización y, pone atención, sobre todo, en las prácticas del mariachi en comunidades específicas o locales. Si el estudio antropológico del mariachi ha llevado a la comprensión del México mestizo, entonces, también puede describir el México indígena, es decir, podría describir las prácticas del mariachi en comunidades étnicas, por ejemplo, en la comunidad mosiehuale de Tetelcingo, Morelos.


Sobre este tema, quiero contar una anécdota. En el año de 1996, terminaba la maestría en Lingüística indoamericana, en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Ciudad de México. Recuerdo que, en el último semestre, presencié, en la sala de conferencias de ese Centro de investigación, la defensa de la tesis intitulada: El sistema tradicional de mariachi en Nayarit”, por el doctorante (de CIESAS) Jesús Jáuregui Jiménez. En ese momento, me llamó la atención, porque yo pertenecía a una comunidad nahua de Morelos en donde los mariachis proliferaban como hongos de verano. En consecuencia, deleité la explicación científica  del fenómeno de la música vernácula, por parte del tesista.

Estudiantes de posgrado del CIESAS-Cdmx. De izquierda a Derecha: 
Toño Marín, Antolín Celote y Ernesto Cera Tecla. Tlalpan, 1996.

Mi formación en la maestría en lingüística indoamericana fue una experiencia formidable. El programa de posgrado fue creado, en 1979, por uno de los grandes antropólogos mexicanos: Don Guillermo Bonfil Batalla. En este programa aprendí el rigor académico de mis grandes maestros del CIESAS y del Colegio de México (COLMEX): lingüistas, gramáticos, lexicógrafos, fonólogos, semánticos, sintácticos, sociolingüistas, etc. Cito algunos eminentes doctores: José Antonio Flores Farfán, Laura Hernández, Sergio Bogard, Héctor Muñoz Cruz, Susana Cuevas, Yolanda Lastra, Luis Fernando Lara, Karen Dakin, entre otros. La maestría estaba indexada al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), por tanto, los pocos estudiantes (once, si no mal recuerdo) recibíamos una beca mensual, que nos permitía estudiar de tiempo completo. El programa era de “excelencia académica”, pero eso no significaba que todo era color de rosa, también vivimos ciertas fricciones con la autoridad del CIESAS y algunos profesores. Al final, todo fue extraordinario, desde el punto de vista académico.


El CIESAS era, por demás, cómodo, “propio” para una élite intelectual y científica del país. Esta institución elitista ha estudiado, en gran parte, a los más pobres, a los que viven en el subsuelo: a los pueblos indios de México. Estaba (y sigue) muy bien ubicado en el espacio urbano: está entre calle Juárez, No. 87 y calle Hidalgo, en el centro de la alcaldía Tlalpan. Para entonces, yo vivía en la colonia Torres de Padierna de la misma demarcación. Esto era así, porque paralelamente a la maestría en lingüística, cursaba mi segunda licenciatura, Sociología de la Educación, en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), unidad Ajusco. Mi domicilio me permitía el acceso a las bibliotecas públicas del CIESAS, de la FLACSO (Facultad Latinoamericana en Ciencias Sociales), de la UPN, del COLMEX y la biblioteca central de la UNAM. A mi redonda, estaban los libros disponibles. Nada me faltaba en términos bibliográficos o fuentes de información. Tenía disponible toda la información científica requerida en mi formación académica. Por cuestiones clasistas, las instituciones académicas más importantes del país, habían sido instaladas en el sur de la Ciudad de México. La comodidad espacial se retroalimentaba con la comodidad económica personal: la beca del CONACYT y mi salario de Profesor de educación básica, comisionado por la Sección 36 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), me permitieron estudiar holgadamente.

  

CIESAS-Cdmx. Foto tomada de la Red.

Bien. Al pasar de los años, Jáuregui Jiménez se convirtió en la autoridad antropológica más importante del país para explicar el mariachi como fenómeno cultural. Así, cualquier estudio científico sobre el tema, en comento, debe considerar la obra: “EL mariachi. Símbolo musical de México”, de Jáuregui, editado por el INAH, CNCA y TAURUS, en 2007. Sin duda, existen otras fuentes, por ejemplo, “Origen e historia del mariachi” de Hermes (1982), entre otros. Sin embargo, nuestro interés retoma la perspectiva antropológica de Jáuregui, porque se trata de describir las prácticas culturales de los mariachis indígenas de la comunidad de Tetelcingo, Morelos, en las últimas cinco décadas. 


La unidad de análisis de investigación antes señalada, nos lleva a las siguientes preguntas: ¿Existe el mariachi indígena en Tetelcingo? ¿Cuál es su origen, desarrollo y florecimiento? ¿Qué criterios lo instituyen? ¿Cuál ha sido su influencia en la etnia mosiehuale? ¿Influye en la región y en la sociedad nacional? ¿Cuál es esa influencia?


 

Continuará…

 

Vox nostra clamantis in civitas

"Nuestra voz, no clama en el desierto,

clama en nuestro pueblo". 

 




Oxon quiema, ma mochihua, ma motequepanu. 

Ijquehuo queneque to tatzi, to nontzi. 

No tata, tona...

"Ahora sí, que se haga, que pase como es nuestra costumbre,

así lo quieren nuestros dioses: nuestra madre, nuestro padre,

¡Oh! Mi Señor Sol...".

 

 

lunes, 22 de mayo de 2023

 

Confesiones de un indio mosiehuale

                                               Ernesto Cera Tecla.

                                    (Parte I/III)                                                                  

El maestro ni nace ni se hace, se hace cuando nace.

En 1984, tu oficio de adolescente estaba predeterminado históricamente, no podías ser diferente a la mayoría de los jóvenes indios sin tierra de Tetelcingo, Cuautla, Morelos: serías uno más de los indios que oferta su fuerza de trabajo o uno más de la estadística de indios pobres, excluidos de la educación media superior y superior, en la región. Eras parte de la masa que conforma la CULTURA DE LA POBREZA, es decir, vivías en el subsuelo de la escala socioeconómica del pueblo y la ciudad, eras parte del LUMPEPROLETARIADO. Pues las metas de la Revolución mexicana (1910-1940), la riqueza acumulada en el “Milagro mexicano” (1940-1970) y las promesas del modelo económico de Friedman (1970-1982), nunca llegaron a tu pueblo, ni a tu familia, ni a tu persona. 


Tu casa de indio pobre de Tetelcingo. Tu mamá Soledad Tecla Bobadillo. 
Foto: Ernesto Cera Tecla, 1988. 

En el verano de 1984, terminaste tus estudios de secundaria con sistema televisivo, una modalidad creada en México para indios y campesinos: la Telesecundaria "Ignacio Allende", en Tetelcingo. A pesar de la existencia de varias secundarias generales y técnicas, en el entorno del pueblo, no tenías posibilidades de formarte  en ellas,  implicaba un  gasto mayor en  pasajes, comida, libros. Ante esta situación adversa, no te quedó otro camino que estudiar la telesecundaria de indios, allí donde tuviste un profesor durante los tres ciclos escolares.

 

Al terminar tus estudios de primaria y secundaria, te incorporaste de inmediato al subempleo para ayudar en el gasto familiar. El oficio lo habías aprendido desde los doce años: vendedor ambulante de semillas secas, en los tianquistle o  tianguis de la región   oriente y Altos del Estado de  Morelos: Ocuituco, Yecapixtla, Tetela y anexas.

               

Tu graduación de sexto de primaria.  De izquierda a derecha: Ofelia, Ma. Elena y Ernesto, los tres de apellidos Cera Tecla y en la parte de atrás, tu mamá: Soledad Tecla Bobadillo. Foto: Familiar.

Sin embargo, un día incierto, mientras el sol comenzaba a rayar la mañana, tomaste el camión para trasladarte al tianguis de Yecapixtla. En el camión, tus ideas se entretenían pensando en las pocas ganancias de la escasa mercancía guardada en un pequeño costal de ixtle. De repente, el camión guajolotero[1] se detuvo a  la altura del mentado crucero de Yecapixtla, de la carretera federal México-Cuautla.  Subieron dos adolescentes  colgando un morral de cobija sobre el hombro, otros más bloqueaban la carretera con una pancarta que  decía: “Exigimos solución, aspirantes de la Normal-Cuautla”

De los  dos jóvenes que subieron, uno repartía volantes (o panfletos) a los pasajeros y otro hilaba el siguiente discurso: “Buenos días señores pasajeros, disculpen las molestias que les venimos ocasionando. Somos jóvenes egresados de secundaria, hijos de campesinos,  aspirantes de la Normal-Cuautla. Estamos en las calles porque el gobierno ha reformado la educación normal, ha aumentado la educación normal a  siete años…  Al mismo tiempo, invitamos a todos los jóvenes  que hayan terminado la secundaria, a incorporarse a nuestro movimiento de aspirantes para ingresar a la Normal”   

La  idea de Reforma a la educación normal no la entendiste en su momento, sólo comprendiste la invitación de incorporación al movimiento de aspirantes. Mientras vendías en el tianguis, frente a la antigua plaza de Yecapixtla, no dejabas de reflexionar la invitación que hiciera el adolescente aspirante a la Normal. Al caer la penumbra, llegaste a una conclusión: integrarte a  la movilización de aspirantes.  Supusiste que valía la pena construir otro mundo posible, otro SUEÑO, otra  utopía, la de profesor de educación primaria. Regresaste a la casa de tus padres indios sin tierra con la ilusión de ser maestro.  Cayendo  la noche,  confesaste la idea a tu madre, mientras cenaban a  un costado del tlecuil (aposento del comal) y el fuego del chinamil (tallo de la planta de maíz):

 Me voy al movimiento de la Normaldijiste con seguridad a tu madre Choletzi.

Solemnemente y sin mirarte a los ojos,  tu madre asentó con la cabeza. 

Después de la cena, tomaste la  cobija  menos maltratada y partiste a la Normal-Cuautla. Al llegar, te entrevistaron unos jóvenes que hacían guardia en la entrada de la escuela, luego te condujeron al local del Consejo Estudiantil. Los consejeros te dieron a conocer las reglas del juego político del aspirante. Desde allí, una nueva odisea comenzó en tu proyecto de vida. El movimiento político estudiantil te atrapó, una esperanza llena  de ilusiones te envolvió. Viste una pequeña luz de esperanza, que podía iluminar las leyes oscuras de la historia de tu pueblo de indios, tu historia.

El Ché: Escuela Normal Urbana Federal de Cuautla, Morelos. Foto tomada de la Red.  

 Las estrategias políticas.

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Breve historia de la Normal rural de Tenería:

Desde sus inicios (1926) las normales campesinas se propusieron: a) preparar académicamente a los maestros para el trabajo de incorporación cultural que les era encomendado, b) prepararlos para el trabajo en las comunidades rurales,  y c) prepararlos prácticamente en agricultura y crianza de de animales, oficios e industrias rurales, a fin de promover el progreso de las comunidades.  Sobre este proyecto global, en 1927, el Gobierno del Estado de México creó la Escuela Granja de Tenería, en el Municipio de Tenancingo. La escuela tenía el objetivo de enseñar a los campesinos técnicas de explotación de la tierra, cría de animales y pequeñas industrias rurales. En el mismo año, la Escuela Granja de Tenería  se transformó en Escuela Central Agrícola para llevar al campo una educación práctica. En 1934,fue transferida a la Secretaría de Educación Pública como Escuela Regional Campesina (ERC). El objetivo de este nuevo proyecto educativo consistía en: desarrollar una educación de tipo práctico, colaborar con las escuelas rurales de la región, llevar la educación a todos los rincones e investigar las condiciones y características  de la explotación agrícola. El fracaso de las ERC condujo a la creación de las normales rurales. El Plan de estudios de la normal rural abarcaba seis años: tres de secundaria y tres de normal. 

 Cfr. AGUIRRE, Beltrán. Gonzalo. Teoría y práctica de la educación indígena, Sep/Setentas, México 1973. Pp. 118-119.     

Cfr. CIVERA, Alicia. La escuela Regional Campesina de Tenería, en: Galván, Luz Elena, Lamoneda,  Mireya, et. al. Memorias del primer simposio de educación, CIESAS, México 1994. 419-432.

Cfr. GALÍNDEZ, Araujo Francisco. Política educativa de México, ENS/UAG, México 1980.

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Tu arribo a la Normal rural de Tenería, al igual que otros compañeros, fue por la vía política. En Cuautla, Estado de Morelos, no pudiste ingresar a la Normal Urbana Federal, debido a la reforma normalista neoliberal de 1984, que  que había universitado la profesión de maestro y que te había excluido por ser indio.  La Reforma educativa sólo permitía ingresar a estudiantes que habían terminado el nivel medio superior, no a los egresados de secundaria. Por ello, en el verano del mismo año, un grupo de aproximadamente ciento veinte aspirantes, hombres y mujeres, egresados de secundarias generales, técnicas y telesecundarias, intentaron, ingenuamente, frenarla. Tu aspiración era inocente, pero legítima. Mientras el discurso del poder decía que el decreto presidencial era irreversible, ustedes entendían que  su movimiento de aspirantes no representaba un capital político de contrapeso. O quizá, inconscientemente, sabían que esas sartas de decretos, eran sólo máscaras del poder. En fin, el movimiento de aspirantes terminó cuando el Secretario de Educación Pública del Estado de Morelos, propuso enviarlos a las normales rurales para participar en el proceso de admisión. Conscientes de representar un capital político débil, aceptaron los internados de Amilcingo propuesto para las mujeres y Tenería, para los hombres.

Más tarde, hombres y mujeres quitaron la bandera roja y negra de la Normal-Cuautla. Tomaron sus cobertores, una que otra muda, el morral de cobija y algún manual marxista. Los varones partieron a la  desconocida Normal rural de  Tenería, estado de México. En el trayecto Cuautla-Tenería, sentían el nacimiento de una nueva esperanza, sentían propia la razón y el derecho inalienable de la educación pública. La intensa actividad política pre-normalista les había enseñado que para tener el derecho a la educación pública y gratuita, habría que exigirlo y exigirlo implicaba la lucha social y política de manera permanentemente.[2] Así era el mandato de su condición de hijos de indios y campesinos sin tierra, excluidos de la educación pública.

Mural: Escuela Normal Urbana Federal de Cuautla, Morelos. Foto tomada de la Red.
 

El movimiento de aspirantes había sido tu escuela política, aprendiste a participar en  brigadas,  a colectar fondos económicos, a negociar con las autoridades y empresarios, a hacer y difundir propaganda política: a hacer y distribuir volantes o panfletos, a usar el mimeógrafo, a hacer pancartas; a organizar mítines; a saber qué decir y no decir de los acuerdos políticos; a hacer un discurso en los camiones; a negociar con los conductores de las unidades; a descender a los pasajeros; a vincularte con las organizaciones sociales democráticas de campesinos, obreros, comerciantes, maestros, colonos; a tomar la dirección en una asamblea; a hacer alianzas políticas; a enfrentar políticamente a los cuerpos de seguridad. En particular, aprendiste a construir tu propia utopía social: un mundo para todos. Una utopía de adolescentes hijos de campesinos,  familia numerosa y escasos recursos económicos (frase fosilizada entre los alumnos de las normales rurales), sin otra alternativa para el futuro. No tenías más: o servías  “aunque sea para maestro”  o servías para elevar los índices de indios jornaleros sin tierra, que ofrecían su fuerza de trabajo, en el Mercado nuevo de Cuautla.[3]

 

Tu primera excursión en la Normal Rural de Tenería, estado de México.

Mientras la noche vigilaba tu trayecto, tú, indio invisible, tarareabas la letra poética que representaba, en ese momento, tu utopía:  “Yo quiero que a mi me entierren, como a mis antepasados...” (Salvador Allende), en la interpretación de Canzionere Internationale.

“Yo quiero que a mí me entierren

Como a un Revolucionario

Envuelto en bandera roja

Y con mi fusil a un lado...”

La poesía y el canto mitigaban tu sed de justicia, por la inequidad del acceso a la educación pública; te animaban a buscar el rostro de la democracia: una reforma educativa que te incluyera; te generaba la fuerza que desafiaba los límites de tu libertad: la manifestación libre de tus ideas: el derecho a que pienses libremente y el derecho a decir lo que piensas.

Por fin, llegaste con tus compañeros a la normal de Tenería, a media noche y a media luna. Frente al portón, representantes del Consejo estudiantil y aspirantes los esperaban. De repente, estuviste frente a un mural donde leíste: “Cuando el pueblo nace, la Revolución se hace” F. Engels; más adelante: “Por la liberación de la juventud y clase explotada”.  Al final: “Todos los pueblos uníos” C. Marx.

 

Escuela Normal Rural "Lázaro Cárdenas del Río", Tenería, estado de México. 
Foto tomada de la Red.


[1] Dícese a los camiones trasporte de pasajeros (de los años ochenta) que también trasportan cualquier tipo de mercancía.

[2]Luchar: en el léxico de los  normalistas rurales tenía el equivalente a la resistencia política, al compromiso político permanente con los estudiantes, la clase campesina y obrera, en general, con los movimientos sociales democráticos

[3] En el sector campesino, la falta de capital cultural, económico y social, los jefes de familia suelen decir a sus hijos: “Estudia aunque sea para maestro”. La profesión de maestro es uno  de los últimos recursos formativos de  los hijos de indios y campesinos, la carrera menos costosa y la más corta hasta antes de la universitaciónUniversitación de la educación Normal refiere al decreto presidencial de 1984 que  incorpora el bachillerato a la formación normal, eleva la Normal básica  al nivel universitario: pasó de cuatro a siete años. 

 

 (Parte II/III)

En la Normal-Cuautla, la Reforma a la educación normal se impuso sin una resistencia política estudiantil, pero en Tenería tuvo otra historia. Estudiantes de base de Tenería y ustedes, los aspirantes, frenaron su avance.  En el verano de 1984, desde sus trincheras escolares, la combatieron y resistieron. Tú estabas ahí. Eras participe y testigo ocular de la revuelta contra la Reforma. Buscabas, junto a ellos, revivir la letra muerta del artículo tercero constitucional, el derecho a la educación pública: el derecho a tener un lugar en el sistema de internado de la Normal.  

En ese momento, el PRI-Estado y la Secretaría de Educación Pública (SEP) negaban el ingreso de aspirantes con secundaria a la Normal.  Sin embargo, la intensa movilización estudiantil los obligó a retroceder: a aceptar el ingreso de aspirantes con secundaria para que hicieran su bachillerato y normal, en el sistema de internado. 

 

Esa misma noche, representantes del Consejo estudiantil de la Normal te dieron información práctica y te citaron al día siguiente, a la siete de la mañana, en un lugar conocido como Las Galeras. Más tarde te  incorporaron al grupo de aspirantes de Tenería, al grupo de los mentados Pelones.  Entonces, pudiste unir tu voz a otras voces. Juntaste tus esperanzas para exigir que el régimen en turno cumpla con el mandato constitucional de educación para todos: pública, laica, gratuita y obligatoria.  En tu búsqueda del derecho a la educación pública, te apropiaste del himno Venceremos (propio de los países ex socialistas). Cantaste, in situ, las estrofas:

“Desde el hondo crisol de la patria

Se levanta el clamor popular

Ya se anuncia la nueva alborada

Todo el pueblo comienza a cantar...

 Venceremos, venceremos,

Mil cadenas habrá que romper...”

Todas las mañanas entonabas, en un ambiente litúrgico, el himno Venceremos: puño izquierdo en alto, pecho erguido, posición de firmes y en columnas. Tu voz, junto a las demás voces, retumbaba entre los muros corroídos de Las Galeras.  No buscabas el poder, sólo pedías que te vieran, que te incluyan en las estadísticas del sistema educativo nacional, sólo pedías que tu nombre apareciera en las listas escolares del profesor y que ocuparas un lugar en el salón de clase de la Normal. Iniciaste el aprendizaje de las estrategias, las reglas del juego político estudiantil. De las formas de combate y resistencia política de los normalistas rurales.[1]  Meses después, fuiste aceptado como alumno o estudiante de base. Paulatinamente empezaste a integrarte a las brigadas de propaganda, a participar en las asambleas de grupo y general (de toda la sociedad de alumnos), de Consejo estudiantil, en la formación de cuadros, en las comisiones de negociación, en la vinculación con la lucha de los campesinos de Ocoyoacac y  vendedores ambulantes de Toluca, en el estado de México.

La formación en la praxis política.

Por fin, iniciaste tu formación de maestro de primaria, en la Escuela Normal Rural “General Lázaro Cárdenas del Río”, Tenería, Tenancingo Estado de México. El internado tenía aproximadamente 530 alumnos varones (ciclo escolar 1984-1985). Tus compañeros provenían, principalmente, de los estados de Oaxaca, Morelos, Estado de México, Puebla, Tlaxcala. La práctica política era importante en la vida escolar. Las normales rurales se agrupaban en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSUM). Adquiriste la ideología (o mejor dicho, una doctrina) de Lucio Cabañas Barrientos, ex-alumno de la Normal rural de Ayotzinapa, Guerrero; Genaro Vázquez y Arturo Gámiz, entre otros. En tu primer ciclo escolar, la FECSUM aglutinaba las siguientes Normales rurales:

 (Varones)                                                            (Mujeres)

Tenería, México;                                               Amilcingo, Morelos;

Tiripetío, Michoacán;                                       Panotla, Tlaxcala;

Atequiza, Jalisco;                                               Saucillo, Chihuahua;

Aguilera, Durango;                                            Teteles, Puebla;

El Quinto, Sonora;                           Cañada Honda, Aguascalientes;

Ayotzinapa, Guerrero;                                Tamazulapan, Oaxaca.

El Mexe, Hidalgo;

Etzelchacán, Campeche;

San Marcos, Zacatecas;

Mactumactza, Chiapas.

En general, la ideología política (o doctrina) venía del marxismo, leninismo, marxismo-leninismo o maoísmo.[2] El marxismo-leninismo destacaba como la doctrina política dominante a nivel nacional y también de Tenería.  Muchos integrantes de los Consejos estudiantiles compartían esta ideología o visión de mundo ortodoxa. Entendías la política como el conocimiento de las tres partes integrantes del marxismo-leninismo: filosofía dialéctica, materialismo histórico y economía política.  Tu doxa política no sólo se alimentaba de las teorías marxistas, sino también de las revistas venidas de los países socialistas: Cuba, U.R.S.S., China, Albania, entre otros.

Maestro Misael Núñez Acosta. Normal Rural de Tenería, México. 
Foto tomada de la Red.

En el periodo 1984-1991, las tareas más importantes de ustedes, los normalistas rurales, se orientaron a fortalecer la estructura nacional de la FECSUM y a rechazar la política educativa del régimen en turno (Miguel de la Madrid Hurtado). Esto era así, porque año tras año, la SEP intentaba recortar la matrícula de ingreso, es decir, reducir las becas de estudiantes, aceptar menos matrícula que el número de egresados. Esta era una de las causas por la que el Consejo estudiantil hondeaba, al inicio de cada ciclo escolar, la bandera roja y negra.  Exigía la permanencia de la matrícula de los que egresaban, mayor presupuesto en alimentación, plazas  laborales automáticas a los egresados, liberación de maestros presos de conciencia, cese a la represión de los movimientos sociales, desmilitarización de las regiones campesinas (por ejemplo, la Huasteca Hidalguense), fortalecimiento académico, etc. El movimiento político estudiantil tuvo, en varias ocasiones, efectos positivos, logró resolver varias demandas secundarias del pliego petitorio. Por ejemplo:

-Reducción del  pasaje estudiantil en 50 %, en las rutas de Tenancingo-Toluca, Tenancingo-Ciudad de México.

-Cooperación en especie del Municipio de Tenancingo para realizar los viajes  políticos (congresos de la FECSUM., manifestaciones) o los viajes de estudios.[3]

-Detener las propuestas de la Secretaría de Educación del Estado de México que intentaba normar la actividad política estudiantil.

-Sustituir profesores que intentaban militarizar la escuela y el salón de clase  mediante una disciplina sin consenso. 

-Dotaciones de libros actualizados para la pequeña biblioteca.

-Reparar los dormitorios (edificios) de los estudiantes y las instalaciones de la institución.

-Aumentos de Partidas de Recreación Escolar (“El P.R.E.”, popularizado entre los estudiantes).

-Dotaciones de  uniformes, útiles deportivos, cobertores.

La huelga de septiembre  de 1984 fue la más significativa en tu formación política estudiantil. Fue cuando comprendiste que el Consejo estudiantil, el órgano máximo de representación de la comunidad escolar, tenía una alta responsabilidad ética en la sociedad de alumnos: mantener la autoridad legítima entre estudiantes y autoridades administrativas, porque construía consensos y negociaba  con los funcionarios del gobierno del Estado de México. A partir de ahí, te transformaste –según tu discurso de la época- en enemigo (no adversario) de la clase política en el poder, la clase social media y la clase burguesa nacional. Apasionadamente, participaste en todos  los actos políticos:  manifestaciones, mítines, retención de unidades de trasporte público, paro de labores, expulsión de profesores y directivos, pintas en los muros de Toluca y Tenancingo, entre otros. De esta manera, reivindicabas el derecho y goce de la educación pública.  Entendiste que la clase política local en el poder establecía sus relaciones políticas con base a la presión política ejercida en cada huelga estudiantil. Aprendiste que, a determinada presión, determinada negociación. Aprendiste que ningún diálogo político entre estudiantes y funcionarios de los diferentes niveles de gobierno era producto de la voluntad política, sino de las relaciones políticas de fuerza.

Paralelamente a tu formación normalista, vino del exterior otra experiencia significativa, tu participación en el movimiento estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el otoño de 1986. El Comité Central de las normales rurales participó activamente en la formación del Consejo Nacional de Huelga, para rechazar la Reforma universitaria, en la época de Carpizo. Que por cierto, generó una intensa movilización universitaria. Esta experiencia, en tu calidad de asistente,  la hiciste junto a uno de los importantes dirigentes de la Normal de Tenería,  destacado representante de una de las fracciones políticas estudiantiles en el poder, la más distanciada del sindicato de trabajadores docente, administrativo y manual de la institución:  René Barrera Flores. Este destacado líder o dirigente defendía intereses estrictamente estudiantiles. Su independencia era la fuente más importante de legitimidad y autoridad política. Su liderazgo se distinguía de otros grupos políticos de estudiantes ligados a partidos políticos (como el Partido Socialista Unificado de México), o vinculados a profesores o a la administración de la institución, marcados por intereses de grupo o personales.

Pero sabías que la legitimidad de la base estudiantil no garantizaba automáticamente la toma del poder o la permanencia en el poder estudiantil. Era necesaria la disputa interna por el poder. Era necesaria la batalla política en los salones de clase, comedor, dormitorios, asambleas de Consejo estudiantil, asambleas generales. Cinco años más tarde, después que ocupaste algunas carteras en el consejo estudiantil, tuviste el privilegio de formar parte del Comité de Lucha (órgano máximo que tomaba la dirección de las huelgas), en el ciclo escolar 1989-90. En esa huelga, hicieron la misma demanda al gobierno en turno: apertura de la normal rural a estudiantes egresados de secundaria. Por la huelga, lograron que estudiantes con secundaria ingresaran a la normal bajo la modalidad de internos. Empero, la huelga del ciclo 1990-1991 fue desmembrada por el PRI-Estado. Las represiones y asesinatos de estudiantes de otras normales pertenecientes a la FECSUM., fracturaron el movimiento político del normalismo rural. La derrota política condujo a la separación del bachillerato del sistema de internado. Las autoridades educativas locales fundaron el Bachillerato Pedagógico, en Ixtlahuaca Estado de México. La articulación entre bachillerato y normal, una conquista estudiantil, entraba a un proceso de desarticulación. La Normal rural de Tenería se cerraba a estudiantes indios y campesinos egresados de secundaria. Sólo seis años duró la resistencia política de los normalistas rurales. El movimiento estudiantil de Tenería estaba debilitado, el modelo de resistencia política estaba, posiblemente, agotado.

 


[1] En la perspectiva de Gramsci, la lucha política es una especie de guerra, cada político está posicionada en su trinchera. GRAMSCI, Antonio. Cuadernos de la cárcel, Era, México. 1984

[2].En la normal rural, activista se decía a aquel que hacía suyos los estatutos políticos de la FECSUM, así como también el reglamento político  interno de cada normal rural.

[3] La frase “Viaje de estudios” era la forma legítima para solicitar apoyo económico o en especie  a las dependencias gubernamentales.

           

(Parte III/III)

En esa época, la formación docente era un problema delicado para la Normal de Tenería. La imposición del proyecto educativo neoliberal y el dogmatismo estudiantil contribuían a la perpetuación de una enseñanza de cuestionable excelencia. La doctrina marxista-leninista se trasladaban a los salones de clase. El adoctrinamiento ideológico no te permitió saber qué era, realmente, la filosofía dialéctica, la economía política o el materialismo histórico. Sólo memorizabas o repetías consignas. Nunca te preocupaste por leer las obras completas de los titanes del pensamiento materialista. Tu incompetencia lectora te llevó a tener una visión maniquea del mundo: la “burguesa" y la "proletaria", la buena y la mala, la dominante y la del dominado, revolucionaria y reformista, etc. Esta visión ortodoxa, te hacía ver de manera natural, una evaluación semestral de cualquier asignatura, por acuerdo de grupo.  Por su parte, las autoridades educativas de la entidad también contribuían en la degradación formativa de profesores rurales. La SEP no promovió, en ningún momento, una educación de EXCELENCIA. Constatabas que los Planes y programas de estudio, de cuatro y siete años, eran los mismos, que algunas materias sólo habían cambiado de nombre. Por ejemplo, en séptimo semestre, “Práctica docente” pasó a denominarse “Laboratorio de Docencia”. En ambas materias, el contenido y la forma eran los mismos, sólo cambió el nombre. De la misma manera, los profesores del Plan de cuatro años formaban a los del Plan de siete años. Al interior de la comunidad estudiantil, la Reforma sólo generó ironías entre Licenciados (del Plan de siete años)  y Normalistas (del Plan de cuatro años). Por ejemplo, si en la fila para entrar al comedor (desayuno, comida o cena), creabas desorden, los compañeros del Plan de cuatro años te gritaban con ironía: ¡Fórmate, Licenciado¡  Licenciados y Normalistas no veían las diferencias en la formación profesional, porque compartían el mismo discurso académico, la misma enseñanza, la misma cultura escolar.  La universitación de la formación normal estaba hueca, no existía ni la docencia, ni la investigación ni la extensión UNIVERSITARIA, partes vertebrales de la educación superior. En suma, sabías que la SEP de la entidad (ahora Servicios Educativos Integrados al Estado de México, SEIEM) conocía esta falla en la formación docente, pero no hacía nada, porque su tarea era imponer, a toda costa, el proyecto educativo neoliberal. También sabías que el dogmatismo ideológico no te conducía al crecimiento del pensamiento y que tenías que salir de ahí. 

Normal de Rural de Tenería, 1935. Foto tomada de la Red.


Ante el abandono de la SEP y el adoctrinamiento ideológico  estudiantil, a mitad de la carrera, intentaste acercarte a otra  interpretación política y filosófica. Sin duda, tu búsqueda era débil,  ingenua o absurda, porque buscabas otras interpretaciones políticas y filosóficas, sin haber leído, a conciencia, las monumentales obras del materialismo. Tu incertidumbre a las obras de Carlos Marx, estaba fundado en la ignorancia o el adoctrinamiento ideológico. No tenías ninguna razón para rechazar o dudar los siguientes títutlos: “Manifiesto del Partido Comunista”, “Los Anales Franco-Alemanes”, “La Guerra Civil en Francia” "El Capital", "La Sagrada Familia" de C. Marx (y Engels); "Obras Escogidas",  "Materialismo y Empiriocriticismo", "Cuadernos Filosóficos" de Lenin; "Obras Escogidas" de Kim Il Sung, "Diario” del Ché Guevara,  "Mao” de Ross Terril, entre otros. Pero lo hiciste, porque habías caído en el radicalismo izquierdista, en el fundamentalismo ideológico. Incluso, llegaste a pensar que la música de José de Molina era la auténtica cultura popular, que el arte del Centro Libre de Experimentación Teatral y Artístico (CLETA) era el criterio del arte en general, y que, a contrario sensu, la música de trova era pequeño-burguesa, que debía combatirse. Estabas, pues, alienado, extraviado, eras un extranjero en tu propio cuerpo, en tus propias ideas.

Entre tus vaguedades, pensaste que la filosofía existencialista (K. Jasper, P. Sartre, E. Husserl)[1], resolvería tus ideas caóticas. La veías como un horizonte ideal, porque reconocía al sujeto, a la conciencia, a la razón, a la voluntad. Cuestiones ontológicas contrarias al marxismo-leninismo. Sabías que la filosofía del sujeto estaba condenada a la clandestinidad, no se podía hablar de ella, porque era pequeña-burguesa, no servía para hacer la revolución. Pero entre más clandestina, más te interesaba entenderla y reflexionarla. La lucha contra la precariedad académica y el pensamiento ortodoxo, te obligaron a tomar distancia del marxismo-leninismo.  Por eso, comenzaste a acercarte a los talleres de investigación educativa, en el Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México.[2] Empezaste a reflexionar la educación como hecho educativo. A partir de ahí, supusiste que muchos de los malestares del sistema educativo podían resolverse, antes que se hiciera o llegara la “revolución”:[3] que las posibles soluciones de los malestares educativos podían venir desde el conocimiento del fenómeno educativo, no de la revolución. Esta idea se contraponía a la defendida por los estudiantes ortodoxos: resolver el malestar educativo después de la "revolución armada", cuando los obreros y campesinos (la clase explotada en general) estuvieran gobernando y alguno de los normalistas rurales ocupara el "Ministerio de educación popular".[4] Tu propuesta era ingenua: partías del principio de que la escuela o el salón de clase eran fuentes reales y legítimas de poder del maestro. Sin embargo, estabas consciente de tus debilidades intelectuales, sabías que no sabías, sabías que ignorabas la teoría social. Tus preocupaciones académicas se hicieron obligaciones, entonces ingresaste a la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad- Ajusco, en agosto de 1992. Te integraste a esa supuesta universidad de los maestros. Mientras eras maestro rural, frente a grupo, cursaste la Licenciatura en Sociología de la Educación. En esa universidad, tuviste un mejor contacto con las Ciencias Sociales, en particular con el fenómeno educativo.


Nacimiento del discurso institucionalizado.

Haber pasado siete años en las aulas, la escuela rural, las manifestaciones, las asambleas, los congresos, el consejo estudiantil, el comedor, los dormitorios,  no era una  garantía para que fueras reconocido como profesor de educación primaria. Te faltaba la legitimidad institucional. Ésta sólo podía venir del Acto de protesta de ley, un acto que simulara evaluar la tesis intitulada: “Los derechos educativos de los niños en la escuela primaria”. Ese día, al final del Acto de protesta, en tu papel de iniciante y el jurado, en su papel de oficiante,  te tomaron protesta. Uno de los oficiantes, extendió horizontalmente el brazo y te preguntó en un registro formal:

¿Protesta Usted ejercer la carrera de Licenciado en Educación Primaria con entusiasmo y honradez, velar siempre por el prestigio  y buen nombre de esta escuela que le otorga su título y continuar  esforzándose por mejorar su preparación en todos los órdenes para garantizar los intereses de la juventud y de la patria?”

 Entonces, extendiste también el brazo derecho y respondiste:

¡Sí protesto!

El oficiante remató:

¡Sí así lo hiciere Usted, que sus alumnos, compañeros y la nación se lo apremien y si no, se lo demanden!

Después de este acto, entendiste que la “tesis” no era el documento más importante, sino el acto litúrgico, el ritual del Acto de discurso de protesta ley. Ese Acto de discurso te hizo profesor legitimado, te autorizó un discurso para que hables en nombre de la educación pública, pero no del discurso educativo neoliberal, sino el discurso institucional. Te delegó autoridad legítima: te otorgó el grado de Licenciado en educación primaria. Fue el que te condujo a las escuelas primarias de los barrios urbanos de Tulpetlac, Ecatepec, Estado de México.

Tu graduación de la Normal de Tenería. 
Tu hermana Irma Cera Tecla y tu cuñado Natanael Farfán Romero.

Al final, la Escuela Normal Rural de Tenería, había cumplido, contigo, su objetivo, el mismo que la había hecho nacer en la etapa posrevolucionaria: TE HABÍA DESINDIANIZADO, TE HABÍA CIVILIZADO, PARA INTEGRARTE A LA NACIÓN MEXICANA O A LA SOCIEDAD NACIONAL.

 



[1] JASPER, Karl. La filosofía desde el punto de vista de la existencia, FCE, México 1985.

SARTRE, Paul. Crítica de la razón dialéctica, Losada, Argentina 1960.

[2] La primera constancia  que tuviste refiere al "Encuentro Estatal sobre Investigación Educativa en el Estado de México",  15,16 y 17 de noviembre de 1989.

[3] Debate entre estudiantes marxistas o leninistas  ortodoxos, por un lado, los que suponían que había que hacer las condiciones para la revolución y, por otro, quienes creían que las condiciones habría que esperarlas. Tú, creías en la primera alternativa.

[4] Este principio de  “solución o revolución”,  era  muy compartido entre fanáticos activistas. Creían que la actividad política de los estudiantes siempre era ajena a los partidos políticos, pues no creían en la democracia representativa. Por tu parte, en esa época, leías el libro de Pablo González Casanova: “La democracia en México”. Entendiste que, efectivamente, el PRI-Estado  y el régimen autoritario no permitían hablar de un sistema de partidos políticos. Las tesis de este libro reforzaba tu formación política radical. Por eso, creías que el problema de la crisis educativa en México, no podía resolverse a partir de una medida reformista,  sino, a partir  del cambio estructural de la sociedad: a partir de la revolución.