viernes, 2 de julio de 2021

 

El ramo

Ernesto Cera Tecla

 

Abrió la puerta del departamento y  puso el ramo sobre la mesa, porque el joven de  media noche se lo había dado todo desarreglado.  No podía pedir más y mucho menos a esa hora y en ese lugar.  Era tarde pero aún así se dio tiempo para recortarles  el tallo, quitarles algunas hojas desoladas y darles vida propia con un suspiro.

 

Y sí, las rosas representaban el amor intenso que sentía por ella. “Esas rosas unen nuestros corazones”, pensó. A pesar de verla dormida quiso gritarle que la amaba porque amaba el ramo de rosas que la aguardaban en el florero.

 

Se sentó en el sofá y puso su mirada taciturna en la rosa más roja.  Al cerrar la puerta de su recámara escuchó unos pasos. Los pasos llegaron a la sala y luego a la cocina. Desde el otro lado de la puerta, vio a aquella mujer que deponía la tapa del cesto de basura.  Él no dijo nada, ella guardó silencio.

 

Al día siguiente, cada quien se fue a trabajar. 


e-mail: ceraernesto@gmail.com

 

Eurocentrismo en la historia del derecho mexicano

 

Ernesto Cera Tecla

 

En el presente texto discutiremos algunos elementos históricos del derecho que muestran la imposición de una visión jurídica eurocéntrica  en el sistema jurídico mexicano.

 

La periodización de la historia del derecho mexicano se resume, según Pérez (2008), en las siguientes etapas: derecho prehispánico, derecho indiano, derecho insurgente, derecho del México independiente, derecho porfirista y derecho revolucionario.[1]

 

Siguiendo la lógica histórica del autor, la historia del derecho mexicano empieza con el indiano e insurgente porque  son “antecedente básico para la creación de las primeras instituciones de nuestra vida independiente”, y por tanto, las instituciones que se siguen consolidando en el siglo XX y XXI.

 

De manera, que la el derecho prehispánico sigue quedando al margen de la historia, así como de la  historiografía mexicana. Pero se complica más el problema cuando leemos en Pérez (2008) que la exclusión de la época prehispánica es por falta datos fidedignos y entonces todo se queda en “suposiciones”. Al respecto, sólo podemos decir que los pueblos indios no son solamente del pasado, no son indios de museo, sino pueblos todavía con una fuerte influencia en  las instituciones “nacionales”. Y que sus instituciones locales, sean normativos o no, conviven con las instituciones emanadas de la República. Entonces, si en los pueblos indios persisten sus instituciones normativas, ¿por qué no pudieron existir en la época prehispánica, en pleno florecimiento de una civilización?

 

Otro argumento polémico es el de Margadant (1995), quien plantea que el sistema jurídico prehispánico “era más punitivo que el indiano”.[2] ¿Pudo ser más punitivo que la Santa inquisición? ¿Pudo ser más lacerante que no reconocerlos como seres humanos? Basta recordar la controversia de Valladolida entre Sepúlveda y Bartolomé de las Casas.

 

En resumen, ambos planteamientos, el de Pérez (2008) y el de Margadant (2006), dejan ver una visión eurocéntrica en sus estudios sobre la historia del derecho mexicano. Para historiar el derecho mexicano es necesario despojarse de ideologías o visiones colonialistas.

 

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[1] PÉREZ de los Reyes Marco A. Historia del derecho mexicano, Oxford, México 2008.

[2] MARGADANT, Floris Guillermo. Introducción a la historia del derecho mexicano, Esfinge, México 2006.

miércoles, 30 de junio de 2021

 

Ética a mi hija Héloïse-Malintzin

 

[  II ]

 

 

Teteltzincu, Altepetl de Huaxtepiec, día 5 xuchetl, año 6 caña.

 

Unte omatl Héloïse-Malintzin: Neltitica quicajcohua

(Carta segunda a Héloïse_Maintzin Cera Sauquet: De la verdadera libertad)

 

Malintzin:

 

Que el canto de los pájaros cenzontle concierten en tus sueños.

 

Héloïse-Malintzin: escucha la segunda noble enseñanza del conocimiento de sí mismo y la libertad. No olvides que todo hombre aspira a ser libre y éste es una de las más grandes ambiciones. ¿Acaso vale más la vida de un prisionero que la de un esclavo? Es verdad, existen muchas formas de prisión y de servilismo.  Recuerda que la más sutil y dañina es la prisión interior del hombre esclavo de sí mismo

 

Tienes razón, todos somos más o menos prisioneros de nuestros miedos, pulsiones, carácter, hábitos, emociones. La mayoría de nuestras acciones y elecciones son conducidas por las fuerzas que nos dominan. Somos esclavos de nosotros mismos, pero somos los únicos que podemos liberarnos de nuestra prisión interior.

 

Recuerda la enseñanza del Nahual, alguna vez te dijo que: “el inicio de la liberación pasa por el conocimiento de uno mismo. Pasa por la introspección, por la fina observación de nuestro comportamiento, de nuestras reacciones, emociones. La misma introspección nos lleva a conocernos progresivamente y a conocer las causas profundas de nuestras acciones. Debemos trabajar sobre nosotros mismos, debemos corregir nuestras reacciones, modificar nuestras reflexiones espontáneas o nuestros malos hábitos. Porque el hombre que no se conoce es como un ciego. Camina sin seguridad y corre el riesgo de caerse en cualquier momento.

 

También rememora la historia del viejo mosiehual. Te contó que: “Cierto día, un anciano en apariencia miserable, mendigaba su vida, caminaba sobre las calles de un pueblo. Nadie le  ponía atención. Hasta que, en cierta ocasión, un extraño le dijo con desprecio:

 

-¿Qué haces aquí? Sabes bien que nadie te conoce.

 

El méndigo miró tranquilamente al extraño y le respondió:

 

-¿Acaso, me debe importar? Me conozco a mí mismo y es suficiente. Lo contrario sería fatal: que todos me conocieran y que yo me ignore.”

 

 

Estás en lo cierto, la esclavitud interior no deriva solamente de nuestras pulsiones y emociones, sino también de nuestra dependencia a los objetos. La dependencia material es la esclavitud más común de nuestros días. Siempre queremos más y más, nuestros deseos no tienen fin. No dejes de lado la memoria que nos dice que la mayoría de los humanos vivieron miles de años sin auto, sin celular, sin electricidad, sin internet. ¡Claro! Posee los objetos materiales, pero no dejes que  te posean.

 

Malintzin, debes ser libre, no actuar en función de la mirada del otro. Debes aprender a liberarte de lo que te condiciona y limita tu cuerpo y mente, debes liberarte de las  condiciones familiares y sociales que has heredado.

 

Aprende a pasar de la ignorancia al conocimiento. Porque la ignorancia es la causa de la mayor parte de los males. Desarrolla tu inteligencia y tu conocimiento para aprender a discernir. En toda tu vida tendrás que distinguir lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto, lo útil de lo inútil, lo necesario de lo artificial. El conocimiento de ti mismo y del mundo te hará libre y capaz de hacer las justas elecciones para llevar una vida mejor. Pero toma en cuenta que el conocimiento de uno mismo es lo más importante: “Conócete a ti mismo y conocerás el mundo”.

 

Por último, Héloïse-Malintzin, no olvides que la mirada que llevamos sobre el mundo no es el mundo mismo, sino el mundo que nosotros percibimos a través del espejo de nuestra sensibilidad, de nuestras emociones, de nuestro espíritu, de nuestra cultura. Si el mundo te parece triste hostil, transforma tu mirada y él será otro.  Es por el trabajo interior, psicológico y espiritual, que podemos verdaderamente cambiar y hacer evolucionar nuestra percepción del mundo exterior.

 

 Me voy, el olor del copal me llama para seguir mi camino de la liberación.

 

 

 

Ernesto Cera Tecla

 

Ética a mi hija Héloïse-Malintzin

 

[  I ]

 

Teteltzincu, Altepetl de Huaxtepiec, día 3 xuchetl, año 7 calle.[1]

 

Cente omatl Héloïse-Malintzin Xiela Sauquet: Inu tli quepea nemilistle

(Carta primera a Héloïse-Malintzin Cera Sauquet: Del sentido de la vida)

 

Héloïse-Malintzin:

 

Que tu amanecer sea esplendoroso.

 

Malintzin, debes saber que los mosiehualte tetelcingas más antiguos y los de más antes, también decían que  niños, jóvenes y viejos deben pensar la vida y vivir el pensamiento para la alegría del corazón. Luego entonces, espero que tu noble corazón reciba con encanto esta primera enseñanza sobre el sentido de la vida humana.

 

Malintzin, no dejes de pensar que la mayor parte de los malestares de la humanidad derivan del hecho de que los hombres, sobre todo aquellos que tienen el poder y poseen la riqueza, nunca se preguntan respecto al significado de su existencia.[2] Viven esclavizados a sus pulsiones y a sus necesidades materiales. Esos hombres no se preguntan: ¿Por qué estamos aquí en la tierra? ¿Tenemos cada uno alguna cosa particular a realizar? ¿Tenemos un destino que cumplir? ¿Podemos tener una felicidad verdadera y durable? ¿Cómo alimentar nuestro corazón y nuestro cuerpo? ¿Somos juguete de nuestros instintos y nuestra educación o podemos adquirir una verdadera libertad? ¡Eh! Aquí las preguntas que debes hacerte.

 

Malintzi, Xuchequetzalli (hermosa Flor), no olvides que tienes un gran tesoro al interior de ti mismo: la claridad de tu espíritu te puede liberar y la bondad de tu corazón te puede alegrar. Evita llevar una existencia parecida a la de los animales, encadenada a sus instintos y sus preocupaciones materiales de la vida. No seas la niña o mujer que no sabe que es niña o mujer.

 

Recuerda que:

 

 La vida es un viaje. Como los pájaros, cierto día, debes dejar el nido de tu infancia para volar con tus propias alas. Irás a descubrir el amor y, quizá, a formar una familia. Aprenderás un oficio o una profesión, para realizarte en un trabajo y satisfacer tus necesidades materiales. Todo esto es correcto. Pero no es suficiente. A lo largo del viaje de la vida encontrarás obstáculos. La enfermedad puede sorprenderte, tu amor puede eclipsarse; tus próximos pueden morir, nunca estarás segura de tu existencia. Te enfrentarás a la dificultad de amar, a la angustia de encontrar un trabajo. Puedes quedar atrapada en tus contradicciones interiores, en tus miedos, tu ira, frustración, celos y desencantos. Al final, te darás cuenta que debes aprender a vivir. A vivir plenamente, con los ojos abiertos, con conciencia y cuidado. Que debes vivir con la capacidad de saber escoger a las buenas personas para compartir tu cotidianidad, evitando cometer los mismos errores del pasado, dándote los medios de ser verdaderamente tú misma. Todo esto se aprende con el tiempo y la experiencia. Pero es infinitamente importante que utilices la máxima claridad de tu corazón, tu alma, tu espíritu, para que te guíe en el camino correcto de la vida.

 

Héloïse-Malintzin, escucha con atención la historia de una mujer con su hijo en los brazos, en el Cerrito de Topiztlán, Tetelcingo, Morelos, México. Un primero de enero, a las doce de la noche, una mujer y su hijo en brazos pasaban frente a ese cerrito y escuchó una voz misteriosa que le dijo: “Entra y toma todo lo que quieras. Sólo recuerda una cosa: cuando estés afuera, una puerta cerrará para siempre. Aprovecha la oportunidad, pero no olvides lo más importante.” La mujer entró al cerrito y descubrió un fabuloso tesoro. Fascinada por el oro, los diamantes y las joyas, puso a su hijo en el suelo y tomó todo lo que pudo. Soñó todo lo que podía hacer con esa riqueza. La voz misteriosa le dijo: “El tiempo se acabó, no olvides lo más importante”. Después de estas palabras, la mujer  tomó todo el oro y las piedras preciosas que pudo y corrió para salir, detrás de ella, la puerta se cerró para siempre. Afuera, la mujer comenzó a admirar su tesoro. De repente, se acordó de su hijo que había olvidado al interior del Cerrito.

 

Malintzin, nunca dejes para la memoria que muchos seres humanos olvidan lo esencial de su vida por cosas materiales y  olvidan la vivencia de las  experiencias más importantes como: el amor, la amistad, la actividad creativa o la contemplación de la belleza del mundo. Esos hombres que olvidan lo esencial no son bestias ni malvados, sino ignorantes. Ignorantes de eso que la vida puede darnos. ¡Y eso no cuesta nada! Lo superficial es caro y lo esencial es gratuito.

 

Dicen los de la palabra antigua que debes aprender a caminar tu camino, ese que es bueno para ti, ese que te está destinado y que alegrará tu corazón. Conviértete en eso que eres. Haz sólo eso que puedes hacer. Debes ser la voz de tu corazón.

 

Recuerda que los mosiehualte de muy antes, también decían que nuestro mundo actual está atrapado en el delirio de siempre más, de la acumulación de la riqueza, pero que el hombre tiene necesidad de pocas cosas para ser feliz. Lo esencial de su felicidad nada tiene que ver con la posesión, sino con la paz del alma, con la alegría del corazón.  Escucha la historia de un mosiehual sembrador de maíz que descansaba al lado de su milpa. El campesino disfrutaba la felicidad de su ser. Entonces, un hombre rico pasó y le dijo que se pusiera a trabajar:

-¿Para qué?- Respondió el campesino.

-Para ganar dinero-Agregó el hombre rico.

-¿Y Para qué?

-Para hacer una casa bonita.

-¿Y luego?

-Para poner un negocio con tus hijos.

-¿Y después?

-Después, estarás tranquilo y feliz de poder descansar.

-Eso es lo que hago ya-Remató el campesino mosiehual.

 

Malintzin, no olvides que mientras busques en el exterior, en los objetos o personas, tu felicidad siempre será frágil e inestable. Primero, porque es difícil tener todo lo que queremos; segundo, porque las cosas exteriores están sometidas a la ley universal de la inestabilidad y tercero, porque nunca encontrarás reposo en los deseos exteriores y objetos materiales.

 

Por último, Héloïse-Malintzin, no pierdas de vista que la ambición que debe guiar tu vida, es el de desarrollo de ti mismo. Debes transformarte para encontrar un estado de paz interior, de alegría de tu corazón, de serenidad, que nadie podrá quitarte. Debes ser la mejor persona posible y ayudar a los otros, aportando tu pequeña piedra en la construcción del mundo.

 

Ya me voy, seguiré caminando mi camino que me lleva a mi liberación. Que el sol y la luna guíen tu camino.

 

 

 

Ernesto Cera Tecla

 



[1] En esta carta, utilizamos la variedad del náhuatl de Tetelcingo, Morelos. Desde la lingüística, todas las variedades de una lengua tienen el mismo valor. Ninguna es mejor o peor que otra. Quienes sostienen que unos pueblos hablan un mejor náhuatl que otros, están emitiendo un prejuicio lingüístico.  El prejuicio lingüístico es una valoración emotiva (positiva o negativa) sobre un hecho del que se tiene poca información, errónea o mal intencionada. No hay un criterio lingüístico que otorgue a una determinada manera de hablar más validez que a otra.

[2] Esta carta está basada en el libro del filósofo francés Frédéric Lenoir. Cfr. LENOIR, Frédéric. L’Âme du monde. NIL, París 2012. Pp. 61-76.