sábado, 10 de diciembre de 2022

 

Topónimo y rebeldía en Tetelcingo, Morelos.

 

Ernesto Cera tecla.

 

En este texto estudiaremos el significado del topónimo de Tetelcingo. A partir de la escritura nahua precolombina, haremos una interpretación etimológica del nombre del pueblo y describiremos su uso en la rebeldía política. Importantes especialistas han interpretado este topónimo, por ejemplo, Robelo y Naverrete dicen que Tetelcingo significa “en el pedregalito”. En nuestro caso, seguiremos y refrendaremos la interpretación que los mosiehualte establecieron en 1580, ante el Alcalde Mayor de las Cuatro Villas del Marquesado, Juan Gutiérrez de Liébana. De igual manera, nuestra interpretación se fundará en el sistema de escritura de los nahuas precolombinos: el sistema de glifos pictográfico, ideográfico y fonético.  

 

Las primeras civilizaciones y la escritura.

El México precolombino tuvo importantes civilizaciones de tradición escrita y oral. Aunque tenían ciertas diferencias, todas tenían un patrimonio común: la economía fundada en el maíz, centros urbanos, riqueza cultural, escultura y pintura mural de alto refinamiento, estructuras sociales complejas y jerarquizadas, religiones panteístas, estudios de los planetas e invención del calendario de cómputo del tiempo y también, un sistema de escritura pictográfica, ideográfica y fonética.[1]

 

La Olmeca fue la primera gran civilización. Floreció 2000 años antes de nuestra era y puso los cimientos de una cultura que se desarrollaría hasta antes de la llegada de los españoles. Los primeros rastros de escritura están asociados a cálculos cronológicos que fijaron el tiempo. Posteriormente, los mayas (siglos III-IX de nuestra era) desarrollaron un sistema de escritura y calendario muy sofisticado. Los mayas usaron los glifos sobre monumentos, estelas y objetos mobiliarios. La escritura maya era un sistema mixto de pictogramas, signos logo-silábicos, elementos fonéticos y semánticos.[2]

 

La escritura nahua/mosiehuale.

Los antiguos nahuas no conocían los signos fenéticos representados por grafías propias de la lengua náhuatl. La guerra de conquista impidió la identificación de elementos fonéticos para formar un alfabeto. La expresión gráfica de sus pensamientos la hacían a través de dibujos, sea objetiva o ideográfica. Si querían decir hombre pintaban su figura, si querían decir palabra, pintaban un símbolo que salía de la boca.[3] En general, los nahuas construyeron cinco tipos de glifos: 1) numerales, representativos de números; 2) calendáricos, representativos de fechas; 3) pictográficos, representativos de personas y objetos; 4) ideográficos, representativos de ideas y 5) fonéticos, representativos de sonidos: silábicos y alfabéticos. Aquí nos ocuparemos de los tres últimos.

 

Los glifos pictográficos representaban cosas, personas, dioses, etc. Ejemplo tlatoque “señores”, sentado en su icpalli “silla real”, o bien, el glifo de los muertos envueltos en cuclillas y cubiertos por un petate o una manta. Esta escritura la realizaban los tlacuiloque o pintores nahuas.[4]

 

                 Tlatoque sentado en su silla real. Códice Telleriano.

 

Los glifos ideográficos representan una idea. Los nahuas tenían ideogramas para representar conceptos abstractos como teotl “dios”, simbolizado por el sol; ollin “movimiento”, yolilistli “vida”, entre otros. Todavía más, los colores tenían un significado especial: en una figura humana, el amarillo representaba el sexo femenino; el morado la realeza del tlatoani; el azul el rumbo del sur; el negro y rojo la escritura y el saber.[5]

 

                             Movimiento de tierra. Códice Telleriano.

 

Los glifos fonéticos fueron la parte última del sistema de escritura, fue en este estadio que la guerra de conquista llegó. La escritura fonética se utilizó, sobre todo, para representar la vocal  “a” de atl “agua”, “e” de etl “frijol” y “o” de otli “camino”, entre otros. La escritura nahua logró glifos silábicos en general, glifos monosilábicos que representaban prefijos y sufijos, te- (referencia a “alguien” o “algunos”), tlan (locativo), -pan (encima de), -co (en), etc.[6] Véase la siguiente imagen:[7]

 


Finalmente, los nahuas escribieron muchos libros o códices a partir del sistema de glifos numérico, calendárico, pictográfico, ideográficos y fonético, sin embargo, la guerra de conquista española aniquiló toda la producción escrita. Esto señala el historiador indígena Pomar del siglo XVI: Nos faltan nuestras pinturas en que teníamos nuestras historias, porque Hernán Cortés y sus conquistadores quemaron las casas reales de Nezahualpiltzintli, aposento de las pinturas de todas las cosas antiguas y las que habían quedado en poder de algunos principales, los quemaron por temor a Fray Juan Zumárraga, primer obispo de México, para no ser acusados de idolatría, porque en esa época estaba acusado por idolatría, Don Carlos Ometochtzin.[8] En efecto, Ometochtzi fue quemado vivo, en la plaza pública de la Ciudad de México, en 1539, por órdenes del Santo oficio, es decir, por la Iglesia católica. Y aquí terminó el sistema de escritura nahua precolombina.

 

El destino de la escritura nahua/mosiehuale.

En 1519, Hernán Cortés y sus soldados descubrieron la Ciudad de México y quedaron sorprendidos de su belleza. Al respecto, escribió un soldado conquistador: “Encontramos numerosos libros en papel (amate)”. Pero años más tarde, esa arquitectura extraordinaria (palacios, templos, esculturas), esos famosos libros, no quedaron ni sus rastros. Los conquistadores destruyeron sistemáticamente la cultura nahua/mosiehuale, porque la juzgaban bárbara y demoniaca.

 

En 1519, México tenía una población de 25 millones de personas, cincuenta años más tarde, sólo quedaban millón y medio. En medio siglo, murieron más de 23 millones de indios. La guerra de conquista, epidemias, luchas internas, trabajo forzado, enfermedades desconocidas, etc., fueron las causales de los millones de muertos. Hoy, sabemos del sistema de escritura nahua porque los frailes escribieron códices religiosos en náhuatl, para evangelizar mejor a los indios (por ejemplo, Códice Testeriano y otros) y porque los virreyes de la Nueva España escribieron Códices para el Rey de España, por ejemplo, el Códice Mendoza. De la misma manera, hasta el siglo XVIII, los indios escribieron en náhuatl para defender sus derechos. Al final, la escritura occidental reemplazó el sistema de glifos nahuas. Este proceso inició siete años después de la caída del imperio azteca: los tlatelolcas utilizaron el alfabeto español para escribir en lengua náhuatl.[9]

 

Significado del topónimo de Tetelcingo.

Para escribir los nombres propios, particularmente, los nombres de los pueblos, los antiguos nahuas utilizaron los glifos pictográficos, ideográficos y fonéticos. Por ejemplo, el nombre Coatlán, significa “cerca de serpientes”, se escribe con la ayuda de un pictograma que designa serpiente (coatl) y el pictograma tlan “diente”, homónimo de “cerca de”. Ambos pictogramas nos dicen, según el contexto, que no se trata de “diente de la serpiente”, sino significado del pueblo: “cerca de serpientes”.[10]

 

                                    Códice Mendoza.

                                                                                                                                 

Por otro lado, los nombres de lugar terminan, en general, por un afijo. Por ejemplo, Méx-ico: Mexi deriva de Mexitli “Dios de la guerra o Huitzilopochtli” y co es un locativo que significa “lugar de”, entonces, México significa, según la escritura jeroglífica, “lugar de mexicas)”. En esta interpretación Mexicatl o Mexica evoca a Huitzilopochtli, conocido también como Mecitli o Mexitli.[11] Los antiguos nahuas afirmaban que el nombre fue dado por su Dios Huitzilopochtli , quien les dijo: “…y así quiero que como escogidos míos ya no se llamen aztecas, sino Mexicas”.[12] A partir de entonces, se llamaron Mexiti y después Mexica. El historiador indígena Tezozomoc agrega, los aztecas llevaban por Dios a Mexi y de éste tomaron el nombre de mexicanos, porque Mexi y la partícula ca/co componen la palabra Mexica o Mexico que quiere decir “la gente de México” o “lugar de los mexicanos”.[13]  

 

De lo anterior se sigue que, en la composición de un nombre de lugar, los sustantivos pierden la sílaba final o las últimas letras y toman su lugar los afijos correspondientes. Ejemplo, Tetel-co que se compone del afijo co “en”, del sustantivo teteli, “montón, acumulación de piedras” y significa literalmente “en el montón de piedras”.   

 

Ahora bien, las formas Tzinco  y tzin son la misma cosa y son representadas, en la escritura glífica nahua, por el medio cuerpo desnudo. Tzintli significa, según Molina “el ojo del salvohonor”,[14]  o sea, el “ojo del culo” o ano. En general, el radical tzin se emplea para significar amor, reverencia, aprecio, compasión y cortesía en las cosas o personas. Por ejemplo, Mexi-tzin “Mexiquita”, mosiehualtzinmosiehualito”. Sin embargo, al final de nombres de lugar, se une a la preposición co y forma el afijo tzinco y significa atrás, detrás, a la espalda. En suma, la forma acabada tzinco es un compuesto y el tzin solo, al final de los nombres de persona es reverencial.[15]  En Xochi-mil-ca-tzinco, tenemos  xochi de xochitl “flor”, mil de mile “tierra cultivable”, ca de calli “casa” y tzinco “atrás”, formándose el significado: “atrás de la casa con tierra cultivable de flores”. En otros ejemplos, tenemos: Tolan “lugar de tules”  y Tolan-tzinco “atrás o a espaldas de los tules”; Tepe-tzinco: Tepe de tepetl “cerro” y tzinco “atrás o a espaldas”, que hacen el significado “atrás del cerro”.[16] En suma, el afijo tzinco es un compuesto que significa, en la composición de topónimos, “atrás” y no es un reverencial o un diminutivo.

 

                          Códice Mendoza.

 

Expuesto lo anterior, estamos en condiciones para proponer nuestra interpretación de Tetel-tzin/co: Tetel de teteli “montón”, tzinco es el compuesto que significa “atrás, detrás o a la espalda”, ambas palabras hacen el significado de “atrás del montón de piedra”. Esta interpretación sigue la establecida por los mosiehualte en 1580. En el documento conocido como "Relaciones geográficas", los mosiehualte dicen: “… y porque tienen un cerrillo junto del pueblo le llamaron Teteltzinco, que es tanto como ‘montón de tierra’”.[17] La interpretación de los mosiehualte de hace 442 años es, sobre manera, interesante. En primer lugar, refieren al “cerrillo junto al pueblo”. La palabra “cerrillo” es un sustantivo con el afijo de diminutivo, o sea, que denota un “cerrito”. Y junto al pueblo de Tetelcingo, no hay otro “cerrito” que el Tupestiecatl (en mosiehualcupa) o “(Cerrito de) Topiztlan” (en españolismo del mosiehualcupa). Por otro lado, los mosiehualte del siglo XVI señalan que Tetelcingo significa “MONTÓN” de tierra. En efecto, Tetel deriva de teteli que significa, según Molina, “montón” (de tierra). El término teteli tiene distintos sentidos al componerse con otras palabras. Por ejemplo, cuauh-teteli, cuauh de cuahuitl “árbol” y teteli “montón”: “montón de árboles”, tepalca-teteli, tepalca de tepalcatl “tepalcate” y teteli “montón”: “montón de tepalcates”. O bien, la palabra tlal-teteli, tlal de tlali y teteli “montón”:  “montón de tierra”.[18]  Entonces, tetel deriva de teteli que significa “montón”.

 

Otro elemento que sustenta la anterior interpretación es la relación política entre Tetelcingo y otros pueblos sujetos al Imperio Mexica. Antes de la guerra de conquista española, el pueblo mosiehualte estaba sujeto, políticamente, a la ciudad de Oaxtepec. La provincia de Oaxtepec era la unidad política mayor del Imperio mexica, o sea, era el centro administrativo de la provincia. Tetelcingo era parte de los 25 pueblos sujetos al tlatocayotl (ciudad) de Oaxtepec.[19] Entonces, el centro del espacio territorial era el tlatocayotl de Oaxtepec. En otras palabras, los pueblos se miraban desde el centro de la ciudad. Así, Tetelcingo se observaba de oeste a oriente. En consecuencia, Tetelcingo estaba, efectivamente, “atrás del montón (de piedras)”, “atrás del Cerrito de Topiztlán”.

 

Escritura glífica de Tetelcingo.

El topónimo de Tetelcingo se compone de un glifo pictográfico y un glifo ideográfico. El glifo pictográfico se compone de tetl “piedra” + tetl “piedra” = glifo de más de dos piedras o teteli “montón de piedras”.  El glifo ideográfico se compone de Tzin de tzintli “ano” + co = tzinco o la idea “atrás de”. Gráficamente tenemos lo siguiente:

 


Esto es así, porque los nahuas dibujaban el glifo pictográfico de piedra para expresar tetl. En este mismo sentido, se dice Te-nuchti-tlan porque  tetl es “piedra” y nochtli es “tunal” y de estos nombres se compone te-nochtli que significa el “tunal y la piedra”, añadiendo la partícula tlan, que significa “lugar”. Por tanto, Tenuchtitlan quiere decir “lugar del tunal de la piedra”.[20]

 


 De igual forma, observamos la formación del nombre, en el siguiente glifo pictográfico:

 

 

El glifo de piedra nos remite a la sílaba te de tetl “piedra” y el glifo de árbol a tzapo de tzapotl “zapote” y titlan “entre”, la triada hace el significado “entre los zapotes de piedra”. Para la reduplicación de tetl, la escritura nahua incorporaba otro glifo de piedra, juntando más de dos. Veamos:

 


En el topónimo tenemos dos pictogramas: el árbol y los escalones de la pirámide. El primero hace referencia a Cuau,  que deriva de la palabra cuauhuitl  “árbol” y el pictograma de tetel de teteli “montón (de piedra)” y co “en”.  Por tanto, el significado de ambos pictogramas significa: “en el montó de piedras y árboles”. [21]

 

Ahora sea el topónimo de Tetepantepetl:

 


La escritura nos remite a tres pictogramas:  Tete de teteli “montón de piedras", pan de pantli “bandera o sobre” y tepetl “cerro”. Los tres pictogramas llevan al significado: “Cerro sobre el montón de piedras”.  Los ejemplos de Cuauhtetelco y Tetepantepetl son interesantes, porque en ambos el radical tetel se representan pictográficamente por los escalones de la pirámide o por el muro de piedras. En este sentido, Tetel-tzin-co significa “atrás del montón de piedras” o “atrás del Cerrito de Topiztlán”. En fin, Tetelcingo quedaría así, según la escritura glífica nahua:




Tetelcingo o Teteltzincu significa “atrás del montón o montículo de piedras”, mejor dicho, atrás del Tupestiecatl o “Cerrito de Topiztlán”. Esta interpretación está lejana de la propuesta de prominentes historiades y especialista de la civilización nahoa de finales del siglo XIX y principios del XX. Robelo, por ejemplo, en su libro “Nombres geográficos mexicanos del estado de Morelos” señala que Tetelcingo o Teteltzinco significa “en el pedregalito”, porque tetela es pedregal y tzinco diminutivo.[22] Esta interpretación esta equivocada, porque ya se demostró que el reverencial o diminutivo en la escritura glífica, sólo se utiliza para las cosas y personas, no para los nombres de lugar. Además, el significado no tiene ninguna relación con la cultura de los mosiehualte del siglo XVI o los mosiehualte del siglo XXI. Otro importante historiador, Plancarte y Navarrete, reproduce el sentido de Robelo. En su libro clásico “Apuntes para la geografía del estado de Morelos”, establece que Teteltzinco quiere decir “en el pedregalito”.[23] Pañafiel, otro prominente historiador, refrenda las dos anteriores interpretaciones: Teteltzinco es diminutivo azteca de Tetela, con la final tzinco. Y Tetela significa, según Peñafiel, “tierra montañosa o pedregosa”.[24] De lo anterior se desprende que, Teteltzinco significa: “tierrita montañosita o pedregosa”. Sin duda, las tres interpretaciones están muy lejanas de las características geográficas del pueblo de Tetelcingo. Finalmente, a nuestro entender mosiehuale, Teteltzinco significa “atrás del montón de piedras”, “atrás del montículo de piedras” o “atrás del cerrito de Topiztlán”, las tres frases interpretativas significan la misma cosa o la misma idea.

 

Topónimo y lucha política mosiehualte.

Actualmente, Tetelcingo está en la antesala del Congreso del estado de Morelos, para satisfacer una demanda histórica: instituirse, constitucionalmente, en Municipio libre. El autogobierno no es una demanda de este siglo, ni del siglo XIX, sino del siglo XVI, desde que se instaló el gobierno virreinal que reemplazó el imperio Mexica. La demanda tiene varias justificaciones, pero la más importante consiste en que, hasta ahora, el territorio mosiehuale (el pueblo y sus trece colonias) está sujeto, legalmente, al Municipio de Cuautla, está integrada, arbitrariamente, a su jurisdicción. La sujeción formal o jurídica tiene muchas implicaciones: entre otras, el territorio Teteltzinca no tiene un autogobierno, no goza, a plenitud, de las políticas públicas; el Municipio de Cuautla recoge el tributo sin regresar casi nada al territorio, la clase política y económica dominante controla y acapara la riqueza producida por todos los habitantes, controlan los mejores puestos del mercado de trabajo, etc. Por eso, Tetelcingo tiene el derecho sobrado de convertirse en Municipio libre.  

 

El 14 de diciembre de 2022, a las 16:00 hrs., tendrá lugar la Consulta indígena ordenada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En esta consulta, el Congreso del estado, a través del Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (Impepac), preguntará a la población indígena y a quienes se auto adscriban como indígenas, si están de acuerdo o no en que Tetelcingo se erija en Municipio Libre. Si la respuesta es SÍ, el proceso de creación seguirá su Curso en el Congreso del Estado de Morelos. Si la respuesta es no, el proceso formal puede detenerse, pero la demanda o el reclamo de autogobierno no desaparece, porque el derecho al autogobierno de los pueblos indígenas de México es un derecho humano natural e inalienable y porque, además está garantizado en el artículo segundo de la Constitución federal y Tratados y Convenios internacionales firmados y ratificados por el gobierno mexicano. Por lo pronto, invitamos a todos los indígenas y no indígenas que habitan en el territorio (Tetelcingo y sus trece colonias), para que participen en la Asamblea general que se llevará a cabo este miércoles 14 de diciembre, a las 16:00 hrs., en la plaza o explanada de la Delegación política del pueblo. DIGAMOS SÍ A LA CREACIÓN DEL MUNICIPIO LIBRE EN TETELCINGO.

 

No hay que perder de vista, que la Consulta es indígena, no es una Consulta ciudadana. En la consulta indígena pueden participar todos los mosiehualte, mixtecos, zapotecos, tlapanecos y todas las etnias asentadas en el pueblo de Tetelcingo y sus trece colonias. También pueden participar las personas no indígenas del territorio, siempre y cuando se auto adscriban como indígenas. Esta distinción no es, en ningún sentido, discriminatorio, sino parte del mandato constitucional y de los principios políticos de inclusión social y la justicia con equidad. Si no fuera así, no tendría sentido la figura de Consulta indígena y entonces, estaríamos frente a la figura de Consulta ciudadana. Al contrario, ésta última sí es discriminatoria, porque no toma en cuenta la especificidad de las etnias del país. Entonces, quienes consideran que la consulta indígena es discriminatoria, no están planteando más que una perorata, porque la Consulta indígena garantiza la participación de todos, en tanto, no se dejen de lado las normas constitucionales y de jurisprudencia que regulan este tipo de consulta.

 

Para este proceso de Consulta indígena sobre la Creación del municipio en Tetelcingo, los mosiehualte han utilizado la escritura glífica nahua para recuperar el sentido histórico del pueblo, pero también el sentido en la lucha política: mediante el sistema de glifos nahuas, expresan su rebeldía, su voz silenciada durante cinco siglos. En la propaganda realizada para la Consulta indígena se ha difundido el siguiente topónimo:

 Imagen A.

Imagen B.


Imagen C.


En las imágenes observamos el topónimo de Tetelcingo expuesto anteriormente. En la imagen A vemos el topónimo, pero además observamos un respaldo, formando el glifo de ipactli “silla real”, símbolo de poder. En otras palabras, la escritura jeroglífica nos dice que Tetelcingo aspira a convertirse en un poder político, porque el Municipio es un poder en la organización política y administrativa de México: el tercer nivel de gobierno. La imagen también nos dice que Tetelcingo se instituirá en Municipio libre, sí y sólo si, toma la palabra pública, representada por el glifo nahua de la palabra: la onda de agua. La imagen B es una variante de la imagen A. En C, el topónimo de Teteltzincu está enmarcado o arropado por el cohuotl “serpiente”, símbolo de la sabiduría, también está protegido por los cactus míticos: el nopal y la sábila.

 

En la siguiente imagen, los mosiehualte expresan el grito de rebeldía a través del topónimo, el arte y la palabra escrita. Se observa con mayor claridad que el glifo de Tetelcingo está sentado en el icpalli “silla real”, silla del poder. Atrás de la silla del poder aparece el escudo del testamento territorial de Tetelcingo, los Títulos primordiales que amparan el territorio mosiehualte, el fundamento de la lucha y la defensa del territorio. En la parte de arriba se observan dos manos que rompen la cadena de sujeción, sometimiento y explotación por parte del municipio y la clase política y económica dominante de Cuautla. En la parte derecha, se observa el humo que se eleva y significa la lucha de antier, ayer y hoy de los mosiehualte. Finalmente, todos los elementos descritos se sintetizan en la frase: TETELCINGO, MUNICIPIO LIBRE. En otras palabras, la Creación del municipio libre será resultado de la lucha, la resistencia, la rebeldía, la rabia política de los mosiehualte. La Consulta indígena es apenas un paso del camino que tenemos que caminar juntos.




¡MOSIEHUALTE, TIABE, TEBE! Cache cuale ma mochihua municipio to altepetl Teteltzincu, ijquehuo queneque to Deus… Ijquehuo ma mochihua, ijquehuo ma motequepanu, ijquehuo ica.  To tata tona…



[1]. Cfr. Anne Zali et Annie Berthier. L’aventure des écriture. Bibliotheque National de France, Francia, 1997.  

[2] Ibídem.

[3] Cfr. Francisco del Paso y Troncoso. Códice pictórico de los antiguos nahuas. Tipografía de Salvador Landi, España, 1898.

[4] Miguel León Portilla. Los antiguos mexicanos. FCE, México, 1996.

[5] Ibídem.

[6] Ibídem.

[7] Cfr. Eugene Boban. Documents pour servir a l´histoire du Mexique. Ernest Leroux, Éditeur, Paris, 1891

[8] Juan Baptista de Pomar y Zurita. Relación de Texcoco. Imprenta de Francisco Díaz de León, México, 1891. P. 2.

[9] Cfr. Anne Zali et Annie Berthier. L’aventure des écriture. Op. cit.

[10] Cfr. Ibídem.

[11] Miguel León Portilla. Los Aztecas, disquisiciones sobre un gentilicio. En: Obras de Miguel León Portilla, Tomo VI, UNAM, 2010.

[12] Fray Ivan de Torquemada. Primera parte de los veintiún libros de rituales y monarquía indiana…, Por Matías Clavijo, España, 1615. P. 87.

[13] Don Hernando Alvarado Tezozomoc. Crónica mexicana. José M. Vigil Editor, México 1878. P. 22.

[14] Cfr. Fray Alonso de Molina. Vocabulario de la lengua castellana y mexicana, En Casa de Antonio Espinoza, México, 1571. P.

[15]  Manuel Orozco y Berra. Historia antigua y de la Conquista de México. Tipografía de Gonzalo A. Esteva, Tomo primero, México, 1880.  P. 431.

[16] Cfr. Antonio Peñafiel. Nombres geográficos de México. Secretaría de fomento, México 1885. Cfr. Cecilio Robelo. Nombres geográficos del estado de Morelos, Luis C. Miranda Impresor, Cuernavaca, 1887. P. 54.

[17] Arzobispado de México. Relaciones geográficas del siglo XVI. Edición de René Acuña, UNAM, México, 2017. P. 129.

[18]Cfr.  Fray Alonso de Molina. Vocabulario de la lengua castellana y mexicana. Op. cit. Cfr. Cecilio A. Robelo. Diccionario de aztequismos. Ediciones fuente cultural. México, 1911.

[19] Cfr. Druzo Maldonado Jiménez. Cuauhnahuac y Huaxtepec. UNAM/CRIM, Cuernavaca, Morelos, 1990.

[20] Don Hernando Alvarado Tezozomoc. Op. cit. [21] Dr. Antonio Peñafiel. Nombres geográficos de México. Op. cit.

[22] Cecilio. A. Robelo. Nombres geográficos mexicanos del estado de Morelos. Op. cit. 

[23] Dr. Francisco Plancarte y Navarrete. Apuntes para la geografía del estado de Morelos. Imprenta de Don José Donaciano Rojas, Tepoztlán, 1909.

[24] Dr. Antonio Peñafiel. Nomenclatura geográfica de México. Op. cit.